El día del adiós llegó aunque nadie lo quería. Roger Federer había aguantado hasta el último punto sus emociones pero tras ceder el último punto se desplomó para abrazarse a John McEnroe. Los 20.000 aficionados del O2 Arena le ovacionaban de pie. Era el adiós de de un gigante del deporte. Se le había escapado un 'match ball' con 9-8 y saque en su poder. Había intentado el 'ace' que se salió por milímetros, pero los estadounidense Jack Sock y Francis Tiafoe se impusieron por 4-6, 7-6 (7-2) y 11-9 para dar el punto que dejaba la primera jornada de la Laver Cup empatada 2-2 entre Europa y el Resto del Mundo.

Poco importaba ese resultado. Nadie iba a amargarle la fiesta a Federer, aunque la celebró con lágrimas. No era ningún funeral. No quería eso. Eran lágrimas de alegría que contagiaba abrazándose a un emocionado Rafael Nadal con quien había compartido el último baile en una pista y que aplaudía feliz por vivir ese momento junto al resto del equipo europeo, un día único en la historia del tenis. El 23 de septiembre quedará marcado como la fiesta final de la despedida de una leyenda, un gigante del deporte. 

Y en esa fiesta, en el O2 Arena, hubo aficionados que pagaron hasta 50.000 euros para asistir al último partido de Federer. Las 20.000 entradas estaban agotadas desde hacía meses y mucho antes de que Federer confirmara su presencia y su despedida en el torneo que ideó y puso en marcha en 2017 con el nombre de Rod Laver, presente en el palco a sus 84 años, el último ganador del Grand Slam (1962 y 1969), ídolo del tenista suizo.

"Me alegro de jugar al tenis. Ha sido un viaje perfecto y lo volvería a hacer"

Roger Federer

Sus padres, Lynett y Robert; su mujer, Mirka, y sus cuatro hijos también celebraban desde las gradas su anunciada despedida del circuito, aunque no del tenis. "Soy feliz, inmensamente feliz. Ha sido maravilloso poder jugar este partido y estar con todos. Ha sido un viaje perfecto y lo volvería a hacer", decía en la pista a un exnúmero 1, Jim Courier, que quiso también estar presente en esta despedida.

1.750 partidos desde 1998

Desde el torneo de Wimbledon de este año no jugaba Federer un partido. Antes de saltar a la pista, puso fin a una carrera con 1.750 partidos jugados, de ellos 224 de dobles (8 títulos, el último la medalla de oro), desde que debutó en el circuito en 1998 en el torneo de Gstaad, en el puesto 702 mundial, a los 17 años. Después de más de dos décadas cuelga su raqueta Wilson con 103 títulos (53 finales) entre los que figuran 20 Grand Slams, 28 Masters 1.000 y una Copa Davis. Un longevo y productivo camino en el que ha estado durante 310 semanas al frente del ránking de la ATP y ha finalizado el año cinco veces como número 1.

Hasta el último día, el último golpe, Federer ha mantenido su elegancia sobre una pista de tenis y un comportamiento amable que no le ha impedido ganar y acumular títulos. Una filosofía de vida que decidió adoptar después de unos primeros años rebelde. «No me sentía bien con esa forma de proceder», ha reconocido el tenista estos días para explicar su cambio radical de actitud. Federer ha sido el estandarte en la pista de una lucha sin ira, del respeto hacia el adversario y hasta de la amistad ante sus rivales.

Despedida emotiva

Su carta de despedida muestra ese carisma especial por el que el tenista es admirado más allá de las pistas. «Quiero dar las gracias a mis rivales en la pista. He sido muy afortunado de jugar muchos partidos épicos que nunca voy a olvidar. Peleamos de forma justa, con pasión e intensidad. Siempre di mi máximo para respetar la historia de este deporte. Me siento extremadamente agradecido. Nos empujamos los unos a los otros y juntos llevamos el tenis a nuevos niveles», escribió.

Hasta 50.000 euros pagaron algunos aficionados para vivir la histórica noche en Londres.

 En Londres, a pocos kilómetros de su jardín de Wimbledon, donde le habría gustado jugar un último partido, Federer se ha visto arropado por sus grandes rivales durante 24 años en los que se han repartido la friolera de 66 Grand Slam. «Probablemente uno de los atletas más emblemáticos de la historia. Si hablamos de perfección en la pista de tenis, es él», dijo Nadal en la cena de gala de la Laver Cup que compartieron el día anterior todos los jugadores.

El máximo rival

Federer eligió a Nadal como compañero para una noche única e histórica después de que el pasado 15 de septiembre anunciara su retirada. El mallorquín, a punto de ser padre, no quiso perderse la fiesta en el O2 Arena y compartir el momento con su máximo rival. Desde que se enfrentó a Federer y perdió por primera vez en Miami (2004), Nadal ha sido el rival que le ha amargado más su existencia al suizo. En 40 ocasiones que se han enfrentado, Nadal le ha ganado 24 partidos y, de ellos 10 en torneos de Grand Slam.

Federer no logró ganar su único Roland Garros (2009) hasta el día que no le esperaba el mallorquín en sus cuatro finales en París. En Wimbledon, donde Federer domina sus enfrentamientos con Nadal (3-1), el suizo le cedió la corona en 2008 y, semanas después, el número 1 por primera vez. De todas esas batallas, la final ganada por el suizo en Australia (2017), quizá sea el partido que permitió a Federer seguir en el circuito hasta su adiós a los 41 años.  

La primera jornada

Antes de la despedida de Federer, el noruego Casper Ruud, número 2 mundial, dio el primer punto a Europa con su victoria ante el estadounidense Jack Sock por 6-4, 5-7 y 10-7, en el ‘super tie break’ decisivo. El griego Stefanos Tsitsipas logró el segundo ante el argentino Diego Schwartzman por 6-2 y 6-1, mientras el australiano Alex DeMiñaur abrió la cuenta del equipo de Resto del Mundo al ganar al escocés Andy Murray, el ídolo local, por 7-5, 3-6 y 10-7.