La Opinión de Zamora

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Piragüismo

Emilio Merchán, una leyenda del piragüismo

A pesar de su gran palmarés recuerda haber pasado épocas durísimas “en las que incluso me quisieron echar, pero nunca di el brazo a torcer”

Merchán, en el Duero. | J. L. F.

Tan solo han pasado unas horas desde que la retirada de Emilio Merchán de la alta competición se hiciera oficial, pero el deportista zamorano ya era desde mucho antes una leyenda del piragüismo.

Su palmarés habla por sí solo: más de un centenar de melladas en campeonatos de España, títulos de campeón del mundo y de Europa, en pista y maratón, y hasta un diploma olímpico. En definitiva, un sinfín de éxitos que le permitieron decir adiós dónde y cómo quiso, y fue en Zamora en compañía de los suyos.

Respecto a su última participación, era sincero al afirmar que, aunque salió los tres días al agua, cuando realmente pudo competir fue el domingo, en K-2 junto a Luis Álvarez, con el que luchó por la medalla de bronce, aunque finalmente firmaron un sexto puesto en una regata en la que pudo pelear y disfrutar. “Intentamos que la gente disfrutara viéndonos, y yo también lo hice con la familia que había, con los amigos… y era la manera de hacerlo lo más dignamente posible y no con la sensación del sábado”, y es que el K-1 le dejó bastante mal sabor de boca que pudo quitarse para acabar absolutamente ovacionado por el público, algo que él correspondió con gestos de agradecimiento.

Emilio Merchán, en un porteo. | J. L. F. Paz Fernández

“La imagen fue otra”, y hasta el quinto porteo creyeron que el podio era posible. A partir de ahí, relató al término de la prueba, no quiso que su compañero hiciera un sobreesfuerzo que le pudiera ocasionar una lesión que le privara del Mundial para el que estaba clasificado, y echó el freno. “No quería que se produjera una lesión por el ego personal mío de quedar un puesto más arriba, no merecía la pea. Le dije que dábamos la última vuelta solos, tranquilos y ya está”. A pesar de este hecho sí reconoció que había disfrutado de este K-2 en su casa con unos porteos en los que sintió a la gente muy cerca.

Emilio Merchán y Luis Álvarez, en meta. | J. L. F.

Ahora arranca un nuevo capítulo en su vida, en el que verá y vivirá el piragüismo de otra manera, e insistió en que su broche final a la alta competición lo vivió de forma positiva y no con una presión negativa tras haber anunciado su retirada.

“A mí la presión no me disgusta. Estar en la salida y que la gente esté pensando que puedo ganar me hace sentir bien. Me sentiría peor si pensaran que no valgo para nada”. Además, salía al paso de quienes piensan que es una decisión que ya ha anunciado anteriormente.

Emilio Merchán, en porteo. | Jose Luis Fernández

“Nunca antes había dicho que dejaba de palear. Hubo una ocasión que no paleé de septiembre a marzo, pero ese año Nelo me regaló una piragua para entrenar y al subir cuando la probé pensé que no iba tan mal, llamé a Ramalho y le pregunté si remaría conmigo el Sella si entrenaba, me dijo que por supuesto y me volví a liar. Fue la vez que más cerca estuve de dejarlo”. Este año, cuando lograron traer el Campeonato a Zamora sí creyó que podía ser un buen momento “siempre que llegara bien, sino no hubiese salido”.

“Para lo bueno y para lo malo soy una persona que no deja indiferente, o me quieren o no me pueden ni ver”

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Ahora, de otra manera, participará en citas puntuales, cuando realmente le apetezca y haciendo realidad “cuentas pendientes” que puede tener después de tantos años en los que, tal y como asegura, ha hecho amigos, pero no esconde que también tiene sus detractores. “Para lo bueno y para lo malo soy una persona que no deja indiferente, o me quieren o no me pueden ni ver”, aunque son más los amigos que ha hecho y con los que ahora se reencontrará en otras circunstancias. “Con Jorge Alonso, con el que empecé desde Infantil, tenemos que remar algún K-2, con Walter igual que quiere remar también… pero ya no vamos a prepararlo”.

BALANCE DE SUS AÑOS EN LA ELITE

Para terminar, hizo un balance rápido de todos estos años en los que no todo ha sido un camino de rosas, aunque a estas alturas pesa más lo positivo. “El historial ahí está, y parece que ha sido todo muy bonito, pero no tiene nada que ver. He pasado épocas durísimas y malísimas en las que incluso me quisieron echar, pero nunca di el brazo a torcer. Esa no fue una situación bonita pero luego el deporte, como la vida, te pone personas al lado y todo vale para aprender”.

En este sentido comentó que durante este largo tiempo ha conocido gente, entrenadores y compañeros de los que ha aprendido mucho, aunque a veces sí ha sentido la traición de muchos de ellos, pero no es algo que le atormente. “Al final, lo que tengo es gracias a cómo soy y cómo me comporto”, y este fin de semana quedó claro que él sí es profeta en su tierra.

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