Conocí a William “Pato” Álvarez allá por el año 1980 cuando, siendo yo asesor de tenis del departamento de promoción de Adidas-España, coincidí con el ya por entonces ex tenista colombiano -fue ocho años campeón de Colombia- en una feria del deporte que se celebró en Barcelona. Estando yo en el stand de Adidas, recuerdo que se me acercó “Pato” y me pidió que le dedicara unos minutos. Tras hablar con él brevemente me citó para comer y ahí empezó nuestra amistad.

Comí con él, luego me llevó a su casa de Sarriá, que estaba justo enfrente del estadio del R.C.D. Español, y en ella me enseñó mil y un recuerdos de su etapa de jugador, de la que, siempre que hablaba, se vanagloriaba de haber ganado a los más grandes de su época, entre ellos a Manolo Santana. Después le acompañé al Club de Tenis Barcelona, donde había quedado con los hermanos Soler -buenos jugadores de aquellos tiempos- para entrenarles. Y allí me pasé media tarde viendo cómo, raqueta en mano, “Pato” -también apodado “pantera” por sus más incondicionales- echaba bolas a sus esforzados alumnos, a uno lado y a otro de la pista, sin parar, hasta dejarlos exhaustos.

“Pato” era tan peculiar que, en lugar de un carro o un cesto de bolas, se valía de un cubo de detergente lleno de pelotas de tenis y una silla sobre la que lo colocaba para tenerlo a mano, como únicos elementos auxiliares para dar ritmo a todo aquel que se atreviera a ponerse al otro lado de la cancha. A decir verdad, sus maneras de entrenar eran tan espectaculares que cautivaban, o sorprendían a todo el que se acercara a verlo en acción.

“Pato”, en los años ochenta y noventa entrenó a casi todos los mejores jugadores españoles del momento, entre los que cabe destacar a los hermanos Emilio y Javier Sánchez Vicario, a Sergio Casal, a Tomás Carbonell, a Julián Alonso, a Joan Balcells… y, entre otros más, a quien fuera el mejor tenista de cuantos salieron de la Escuela Zamorana de Tenis, David Sánchez, a quien tuvo oportunidad de dirigir durante un par de temporadas. Con “Pato” y con David pude viajar a París con motivo de la primera participación del tenista zamorano en Roland Garros. ¡Qué tiempos!

Anécdotas aparte, de William “Pato” Álvarez se podría decir de todo, dado lo particular que era el personaje, pero lo que no se le puede negar, al bueno de William, es su enorme amor al tenis y lo entregado que siempre estuvo a lo que fue su carrera de entrenador. Según he podido leer, hasta dos días antes de fallecer se le vio empuñando una raqueta por el Club-Academia de Tenis Sánchez-Casal, del que era asiduo.

Desde que falleciera, el pasado sábado, día 22, en su casa de Barcelona, muchos han sido los ilustres tenistas que han querido recordarle escribiendo sobre él. Emilio Sánchez Vicario ha dicho: “fue el creador del sistema de entrenamientos que aún sigue vigente en el tenis”. Sergio Casal: “de no haber sido por él, yo nunca hubiera sido tenista”. Tomás Carbonell: “fue el entrenador más importante de la historia del tenis español, sus órdenes marcaron mi destino”….

William “Pato” Álvarez será recordado como un pionero en el “arte de entrenar tenis”, y una buena persona que vivió por y para el deporte que practicó, el tenis.

Descansa en paz “pantera”.