Las cervezas frías que se sirvieron la noche del lunes en el bar El Cruce de San Marcial, acabaron por rimar con la temperatura en la que quedaron los corazones de los españoles que asistieron a la eliminación de su selección en semifinales de la Eurocopa 2021.

Al contrario, los vecinos de San Marcial consiguieron formar un reducto de calidez en su bar, repleto de decenas voces que animaron y acompañaron durante todo el encuentro a su ilustre paisano Unai Simón, cancerbero de La Roja.

Ya antes del pitido inicial se pudieron escuchar varios: “¡Vamos, Unai!”, en el momento en el que en la televisión de la terraza del bar El Cruce, abarrotada, se dieron las alineaciones de ese España-Italia. La evolución de Unai en la portería española ha ido en paralelo a la del combinado nacional en el torneo: un comienzo dudoso dio paso a actuaciones heroicas que consolidaron las esperanzas de jugadores y aficionados. En su error contra Croacia “no hubo enfado, se le tiene mucho cariño en San Marcial”, como atestiguó Javier Martín, dueño de bar El Cruce. “Luego se celebraron mucho sus aciertos” en su espléndida actuación en la tanda de penaltis contra Suiza.

De la misma manera, Unai comenzó el España-Italia con dudas en algunas salidas, pero logró reponerse según pasaron los minutos y llegó a protagonizar unas paradas salvadoras que provocaron que en San Marcial se coreara su nombre y se gritara “bien Unai, bien” cada vez que el vitoriano, de ascendencia zamorana, intervenía en el juego.

Y es que el portero del Athletic de Bilbao “empezó a jugar al fútbol en el frontón del pueblo, haciéndose heridas en las rodillas, algo que te hace ser fuerte, levantarte después de hacerte daño y seguir”, según afirma su familiar Pedro Simón, que pudo disfrutar del partido en el bar. Pedro describe al portero español como un joven “frío y reservado, pero de gran fortaleza”, una personalidad que da la capacidad de mantener la confianza en sí mismo y de reponerse a duros contratiempos como los vividos en esta Eurocopa. También “se llevaba a los chavales a jugar a una era llena de cardos, con las porterías oxidadas”, esos jóvenes que vuelven a su pueblo en verano, como el propio Unai, que ayer presenciaron la semifinal en su bar de San Marcial.

La única excepción al ambiente de euforia que se vivió en San Marcial la supuso el gol del italiano Federico Chiesa, a media hora del final del encuentro. Veinte minutos más tarde, el gol de Álvaro Morata logró sanar el sueño y reinstauró el gozo. Tras una prórroga igualada, llegó la tanda de penaltis, la hora Unai Simón, y su nombre volvió a ser coreado en San Marcial. El guardameta se vio obligado, al igual que en el partido contra Suiza, a protagonizar otro momento clave para el avance de la selección española hacia la final de Wembley.

El pueblo estalló con la parada a Manuel Locatelli, cada lanzamiento de los italianos desencadenaba oleadas de ánimo en el Bar El Cruce. Dani Olmo y Morata erraron y Jorginho condenó a España. Sin embargo, en San Marcial no hubo lágrimas, no cesaron los aplausos: el orgullo por su vecino Unai consiguió sobreponerse por encima de la noche fría y los sueños rotos.

En la localidad zamorana saben que Unai Simón será seguramente el portero de la selección española la próxima década, gracias a su actuación en esta Eurocopa atípica celebrada con un verano de retraso, y que tendrá su próxima oportunidad de conseguir la gloria en los Juegos Olímpicos de Tokio. Unai ha sido seleccionado por Luis de la Fuente, junto a otros jugadores de la absoluta, para representar a España en la cita olímpica. La Roja debuta el día 22 de Julio contra Egipto.