Uno tiene que llorar cuando le engañan o cuando la suerte le ha sido esquiva, pero el Zamora CF tiene que estar muy contento en este tiempo posterior a su elimnación del play off de ascenso a Segunda División. El equipo llegó a Almendralejo con los deberes hechos más que de sobra, tras una temporada a la que llegaba desde el ya vetusto Grupo VIII, y se encaró a todos los rivales que le salieron al paso. No eran “peritas en dulce” los Deportivo, Unionistas, Pontevedra, Compostela o UD Salamanca; menos todavía un Burgos que sigue imparable en su retorno a la división de Plata o la Cultural Leonesa que ya no sabe qué hacer para lograr también ese objetivo. El equipo de Movilla llegó muy justo al play off: con numerosas bajas y con esa presión ambiental que siempre ha creado la afición rojiblanca en estos momentos históricos. Además el sorteo deparó como rival al equipo que mejores estadísticas había arrojado de los más de cien que componían este año la Segunda B.

El Zamora nadó muy bien para llegar a morir a la orilla en el que era su sexto intento de conseguir este ansiado ascenso, algo que no todos parecen tener patente. Podemos calificar con todos los adjetivos lo que ha conseguido esta temporada el equipo rojiblanco, podemos poner en un pedestal a todos sus protagonistas y seguir soñando con que la próxima temporada se conseguirá por fin este ambicioso objetivo. Pero hay que tener los pies en el suelo y pensar en las otras cinco ocasiones en que este club alcanzó la misma cota -o superior- de este equipo que maneja sin vacilaciones David Movilla. Este Zamora se quedó a dos partidos del ascenso, pero otros zamoras de no hace tanto tiempo se quedaron a un solo gol (en Castellón y en Vallecas), con jugadores tan valiosos y tan inolvidables como lo serán, sin duda, los actuales. Eran jugadores de otros tiempos que tal vez no necesitaban tantos cuidados y tantos consejos como los que reciben los actuales, pero que también lo dieron todo por estos colores.

El Zamora CF cierra un capítulo importante en su historia como club, un capítulo en el que ha alcanzado el nivel que había perdido en la última década con la peligrosa crisis que sufrió y que ha venido a solucionar el Grupo Vivir. La afición ha vuelto a apoyar al equipo, y hasta los “subecarros” han regresado en las últimas semanas cuando se olieron la cercanía de la Gloria. Pero todos sabemos que lo difícil no es llegar, sino mantenerse y no sé si con mantenerse será suficiente para retener en el Ruta a esa parte de la afición que solo aparece en los buenos tiempos cuando el equipo huele a ascenso.

Con este precedente, afrontar con garantías la próxima temporada en la recién creada Primera RFEF va a ser muy complicado. Exigirá del club un nuevo esfuerzo económico y de la plantilla, superar el nivel ofrecido esta campaña porque la categoría de los rivales va a ser muy elevada para el que es un “equipo de pueblo”. No lo olvidemos nunca mientras estas tierras no salgan del abandono en que están sumidas.