Maternidad y deporte son dos términos que cada vez van más unidos y son absolutamente compatibles. Hace años parecía impensable compaginar estos dos mundos y en muchos casos las mujeres tenían que elegir uno de los dos caminos: ser madre o atender a su vocación, una coyuntura que no solo se presentaba en el mundo deportivo y que afectaba -y aún afecta- a muchos colectivos. Afortunadamente todo va cambiando, a pesar de que queda mucho camino por recorrer, y cada vez son más las profesionales del deporte (y resto de profesiones) que cumplen con su deseo de maternidad sin renunciar a su carrera. Sucede en la élite y también en el deporte amateur. Raquel Álvarez Polo, atleta toresana, conseguía hace escasas semanas una medalla de bronce en el Campeonato de España de Pista Cubierta en salto de altura tan solo ocho meses después de dar a luz a su pequeño Leo en una vuelta a la competición apoteósica para la deportista que piensa seguir en activo tras afirmar que se encuentra muy bien físicamente. Casos que cada vez son más habituales y a los que la sociedad se va acostumbrado y se ven con absoluta normalidad.

En un deporte como el fútbol sala femenino, que en Zamora empieza a consolidarse, también se está viviendo un ejemplo claro de lo que significa no renunciar a nada, aunque las mujeres, por cuestiones obvias de salud, tengan que poner en “stand by” durante un tiempo la práctica de ejercicio a un nivel alto. Es el caso de Ester González, jugadora del River FS Femenino y que hace unas semanas causaba baja en la plantilla al quedarse embarazada. Ella misma explica que el jugar a este deporte siempre fue un sueño que se fue aplazando al no encontrar la oportunidad, y que, aunque ahora haya tenido que dejarlo, piensa volver a abrocharse las botas y se trata de solo un paréntesis.

A sus 30 años, esta zamorana no recuerda la vida sin el deporte, aunque no había podido disfrutar de ser jugadora de futsal. “En la universidad, en Madrid, jugué durante cuatro o cinco años en el equipo de baloncesto, pero siempre había querido jugar al fútbol sala, y a mi vuelta a Zamora me “incorporé al River FS, que ya llevaba tres temporadas”, y ahora mismo milita en la Primera Regional Femenina y con bastante éxito dada la clasificación. Lo cierto es que esta primera incursión ha sido mucho más corta de lo esperado puesto que en Navidades tuvo que decir “hasta luego” a su afición. “Me quedé embarazada y sí estuve entrenando con normalidad durante las siguientes semanas porque me encontraba bien. En ningún momento he tenido problemas o sensación de cansancio”, explica la futbolista a la que el hecho de haber practicado ejercicio durante toda su vida le ayudó que su cuerpo asimilase bien el esfuerzo realizado. Tiempo después, a las 12 o 13 semanas de gestación, con el primer trimestre cumplido fue el ginecólogo quien le aconsejó dejar a un lado el deporte y es que “más que por el esfuerzo, es peligroso por si recibo un golpe o un balonazo, además del problema actual que hay con el COVID-19”, apuntó. “En el equipo nos hacemos test todas las semanas, pero al final te juntas con más gente, otro club… y amplías la burbuja. Yo creo que podía haber seguido un mes más, pero salió así”, explicó la jugadora.

Ester González, en el Ángel Nieto. | J. L. F.

Desde que tuvo que parar, Ester González sigue en forma, aunque de otra manera. Largas caminatas de una hora cada día a un ritmo que su embarazo se lo permite, y seguir el fútbol sala y a sus compañeras de vestuario desde el otro lado, la grada. “Es verdad que el ejercicio aeróbico, en su justa medida, es bueno, pero el anaeróbico no, entonces tampoco puedo participar de los entrenamientos porque son ejercicios que ahora mismo no me convienen porque subes y bajas ritmo muy rápido, y eso no es bueno para el bebé. De todos modos, voy a todos los partidos y viajo con ellas”, con lo que se encuentra muy integrada en la dinámica grupal.

Así seguirá hasta agosto cuando está previsto que de a luz, y luego comenzará la cuenta atrás. “Mi idea es seguir. Calculo que para octubre pueda estar ya recuperada y volver al comienzo de la próxima temporada”, indica la zamorana a la que, como a muchas otras, la maternidad le puede hacer cambiar sus prioridades, pero no le obligará a renunciar a nada. “Nunca he pensado renunciar. Una vez que nazca iré recuperando el deporte en mi vida, poco a poco, porque siempre ha formado parte de mí”. Después, explica, irá viendo cómo se compatibiliza, pero “será igual que con el trabajo, siempre hay fórmulas para gestionar”.

El crecimiento del deporte femenino es imparable a todos los niveles y el caso de Ester se vivirá en números equipos de diferentes deportes en los que las protagonistas saben que ser madre no significa renunciar a nada.