Cuando se bajó de la moto en la edición de 2020 era una de las mujeres más felices sobre la tierra pero, seguramente, ayer Sara García volvió a sentirse en una nube. Y no solo porque poder acabar el Dakar es una hazaña a la altura de muy pocos o porque muchos de los que lo intentan acaban teniendo que renunciar a su sueño; ni siquiera porque ella ha logrado alcanzar el final superando con creces la posición firmada en su primera actuación por la arena árabe. Si por algo la zamorana recordará por siempre este Dakar 2021 es, probablemente, por llegar a él tras dejar atrás un año muy duro en el que ha tenido que superar más obstáculos que dunas ha cruzado sobre el desierto saudí para finalizar su aventura a lomos de “la gorda”, como ella llama a su Yamaha, firmando un espectacular recorrido.

Sara García, en un momento de la etapa de ayer. | Cedida

El Dakar 2021 empezó poco después de acabar el de 2020 para Sara García. Pasar por el quirófano era la primera gran complicación, pocos días después de celebrar su primer gran resultado en el raid más exigente del mundo. Y, en plena recuperación, llegó la pandemia y los problemas. Desde los cotidianos y más comunes a los que impedían a la zamorana adelantar en su rehabilitación, entrenar con su moto o competir y recobrar sensaciones en carrera. Una larga lucha envuelta en dudas y aplazamientos, con un Mundial de Bajas que tampoco fue lo que se esperaba.

Con todo, la piloto de Pont Grup Yamaha no renunció a su deseo. En cada dificultad logró forjar aún más su determinación y quizá, por ello, la preparación física o competitiva propia de un deportista que afronta el raid más exigente del mundo quedó compensada por la exigente puesta a punto mental que García vivió antes de lucirse sobre la arena.

La ingeniera zamorana ha ido de menos a más en el Dakar, logrando finalizar la presente edición dando un salto evidente en la clasificación. Del 86º lugar del 2020 ha pasado a finalizar en la 44ª plaza de la general tras un raid en el que la dificultad ha sido más que notable. Y es que, al final, de los más de cien pilotos que arrancaron en Jeddah solo regresaron al mismo punto 63, siendo García una de las más destacadas de la caravana por méritos propios.

Todo comenzó salvando un complicado viaje hasta el punto de partida, marcado por la pandemia, el clima, las dudas y los nervios. Dos elementos que Sara García disipó tras superar las verificaciones y montar en su Yamaha para disfrutar del prólogo. Un inicio tímido, marcado también por una inesperada sanción, que no hacía presagiar el sobresaliente papel que la piloto llevaría a cabo en días venideros.

A lo largo de las 12 etapas, Sara García no hizo otra cosa que crecer sobre su Yamaha y ganar puestos en una clasificación general en la que escaló desde el 96º lugar en el que la situó el prólogo hasta el 44º en el que acabó ayer. Ni pistas rápidas, ni polvo ni dunas pudieron frenar a la zamorana en su increíble remontada, ganando cada día unas pocas posiciones y firmando cada vez mejores resultados en carrera. Del 67º lugar en el que acabó la primera etapa al 50º en el que culminó la sexta o al 45º que firmó en la décima. Todos sumaron para que, en la general, fuera constantemente ganando puestos pese a las dificultades. Porque, de esas, también tuvo.

Más allá de las lógicas dolencias físicas del esfuerzo, de alguna caída y el cansancio que genera una prueba como el Dakar, Sara García consiguió además superar los momentos críticos que esta carrera puede plantear a nivel mecánico. Su torre de navegación coqueteó con dejarla fuera en una de las etapas de la primera semana y, después, su caja de cambios puso su continuidad en vilo en el peor momento: la etapa maratón. La Yamaha hizo pensar a la zamorana que no llegaría a la meta pero, pese a tener la avería en el peor momento, ni la piloto bajó su rendimiento ni la moto se descompuso.

Así, y con la ayuda de los mecánicos de Yamaha al término de la octava jornada para solventar el problema, García pudo continuar su camino y disfrutar, aún más si cabe, del tramo final del Dakar por las orillas del mar Rojo. Últimas jornadas en las que alcanzó su mejor desempeño, haciendo gala de su pericia con la navegación y su innato talento al manillar para colarse entre los 50 mejores del día en una caravana ya con solo los mejores en liza. Un logro de extremado mérito que alcanzó ayer su punto cumbre en la meta de Jeddah.

García regresó al punto de inicio de este Dakar 2021 y lo hizo firmando una última actuación acorde al sobresaliente nivel de días anteriores. Salió y culminó la jornada en 51º lugar invirtiendo para superar las últimas dunas y peligros 3 horas, 46 minutos y 58 segundos. Tiempo en el que disfrutó por última vez en esta edición sobre su Yamaha, la “gorda”, con la que ha vuelto a hacer historia en el raid más exigente del mundo. Porque, más allá de culminar por segunda vez esta dura carrera o de hacerlo mejorando más de 40 posiciones respecto al año anterior, situándose también como segunda mejor mujer tras Laia Sanz o en el 12º puesto de la clasificación “Original by Motul” (en la que finalizaron 20 participantes), Sara García ha demostrado que tras cada esfuerzo puede esconderse una maravillosa recompensa. Una lección imprescindible en estos tiempos contra los que la zamorana, princesa hoy del desierto árabe, también luchó haciendo aún más grande su hazaña.

BENAVIDES Y PETERHANSEL, LOS GRANDES VENCEDORES

El Dakar 2021 terminó ayer con una última jornada en la que sobresalieron tres nombres propios: Kevin Benavides, Sthephén Peterhansel y Pierre Cherpin.

Benavides se convirtió ayer en el primer latinoamericano en ganar la categoría de motos del raid más exigente del planeta. Una victoria que también alcanzó en coches el galo Peterhansel, que alzó al cielo su 14º título tras una jornada en la que se impuso Carlos Sainz.

Por último, la noticia triste del día, estuvo en la muerte de Cherpin, en coma desde su accidente a lo largo de la séptima etapa.