Guillermo García. | Nico Rodríguez

Andrés Pérez. | Nico Rodríguez

El Zamora Rutas del Vino está en una posición delicada. Y no porque los resultados no estén acompañando, que también, sino porque el conjunto que dirige Margareto está corto de efectivos debido a las bajas que ha acumulado desde el inicio de temporada. Un problema centrado en la primera línea.

Ser central o lateral en el Zamora Rutas del Vino es profesión de riesgo. En los últimos años, esas posiciones han acumulado un buen número de lesiones. Una maldición que se ha prolongado y acentuado esta temporada.

A principio de temporada, Raúl Maide ultimaba su recuperación y Sarasola trabajaba para superar molestias de una lesión pasada. Su vuelta iba a dar un empujón al equipo pero, ahora que ambos pueden jugar, el equipo sigue en cuadro porque otros han tenido que parar. Como Andrés Pérez quien, tras incorporarse Sarasola, se rompió el ligamento cruzado anterior y dijo adiós a toda la temporada.

A la baja de Andrés se sumó hace un par de semanas la de Guille, quien ante la falta de efectivos ha jugado lesionado desde principios de temporada. Su lesión en la mano requiere reposo, y el haber “forzado” alargará la recuperación.

El último de los problemas está aún por concretar. Nacho López se hizo daño en la rodilla ante BM Alarcos y se ha sometido a diversas pruebas para conocer el alcance de su lesión. Una dolencia que, por las imágenes, no pinta bien.

Con estos problemas, y sin poder contar todavía con Jortos, el Zamora Rutas del Vino probablemente afrontará lo que resta de 2020 con Aravena (que también se lesionó en pretemporada), Sarasola, Maide y el juvenil Marcos como primera línea. Una lista de recursos demasiado corta.