El Real Madrid volvió a las andadas en la Liga y sufrió un nuevo tropiezo, esta vez a manos de un incisivo Alavés que aprovechó la irregularidad de los blancos para imponerse por 1-2.

El conjunto de Zidane no liga. No es capaz de enganchar buenos resultados de forma consecutiva, alternando partidos notables como el que firmó en la última jornada de Liga de Campeones en feudo del Inter de Milán con el que cuajó ayer. Un choque, el del campeonato doméstico, en el que además de su poca enjundia, a los blancos también les faltó una pizca de fortuna.

Todo comenzó a torcerse pronto. Apenas se habían superado los cinco minutos de juego cuando el colegiado señaló penalti al cortar Nacho un envío de forma poco ortodoxa. La acción, dudosa, permitió al Alavés adelantarse desde los once metros por mediación de Lucas Pérez y sacar de sus casillas a los blancos.

La reacción madrileña fue escasa. Tímida y condicionada por el infortunio que supuso una nueva lesión de Hazard. Por ello, el Alavés no tuvo problemas en aguantar firme en defensa y esperar nuevas oportunidades para aguijonear a un rival que mejoró con la entrada de Rodrygo.

Courtois evitó en el primer acto el segundo tanto visitante pero, al inicio de la reanudación, cometió un grave fallo que dio lugar al 0-2. Un gol anotado por Joselu tras aprovechar el regalo del portero, que le pasó el balón por error.

A partir de ahí, Zidane movió el banquillo y el Madrid dominó el cuero. Eso sí, lo hizo con permiso de un Alavés que pasó a defender su ventaja y a asomarse con peligro al contragolpe. Un guion de partido que dio lugar a muchas ocasiones, como la que anotó Casemiro en el minuto 86 para acortar, de manera inútil, diferencias.