Bastaron 90 minutos para que la crisis tomara el puente aéreo. Ya naadie se acuerda en el Madrid del Cádiz y del Shakhtar. Para el Barça, la goleada europea parece ahora un simple paréntesis en un paisaje lleno de dudas. Los dos grandes se trataron con respeto y el Clásico estuvo igualado, con alternativas, durante una hora. Se rompió a favor del Madrid con un penalti moderno, de esos en los que resulta impresindible el VAR. Sergio Ramos lo provocó y lo transformó para lanzar a su equipo a una victoria incontestable porque en la última media hora el Barça no levantó cabeza. El proyecto de Koeman aún está verde. El de Zidane recupera el pulso.

Koeman dio el primer golpe de efecto con la titularidad de Pedri para amplificar el debate sobre Griezmann, que volvió a quedarse en el banquillo. Además, el entrenador holandés retocó su línea atacante al situar a Ansu Fati en el eje, Messi por detrás y Coutinho a la izquierda. No inventó nada Zidane, que desmitintió a los que pronosticaban un refuerzo del centro del campo con un cuarto hombre: dispuso un 4-3-3, con Marco Asensio y Vinicius en las bandas escolantando a Benzema.

Y fue el “9” francés el que desató pronto las hostilidades con su sentido táctico y su toque de seda. Karim se dejó caer hasta el centro del campo y, al arrastrar con él a Piqué, abrió un boquete en la defensa azulgrana por donde entró como un obús Valverde. El uruguayo tuvo piernas para dejar atrás a todos y sangre fría para colocar el balón lejos de los guantes de Neto.

Nada mejor que un gol madrugador para espantar los fantasmas de una semana horrible. El problema para el Madrid es que no supo cerrar la vía de agua por la que el Barça desatasca su fútbol de ataque, muchas veces previsible. Messi también salió a recibir lejos del área para atender el desmarque de Jordi Alba, la jugada de toda la vida. La diferencia es que esta vez, con el argentino todavía lejos, el receptor de la asistencia fue Ansu Fati, que justificó a la primera su posición de ariete.

Con el 1-1, los dos equipos se dieron una tregua. Durante un buen rato parecían más preocupados de no dejarse sorprender que de ir con todo a por el segundo. Pero con tanto talento repartido por el césped eran inevitables los arreones y las oportunidades.Con un minuto de diferencia, Messi y Benzema volvieron a acaparar todos los focos. Primero el argentino culminó una contra con un recorte eléctrico a Sergio Ramos que le dejó mano a mano con Courtois, que ganó el duelo. En la réplica inmediata fue Benzema, tras un pase de Kroos, el que encaró a Neto, con idéntico resultado.

La primera parte, más intensa que brillante, se cerró con el sorprendente cambio de Lucas Vázquez por Nacho, que acabaría siendo muy beneficioso para el Real Madrid. Tras el descanso apareció un Barça más decidido a imponer su juego de toque y durante diez minutos sometió al Madrid en su campo. Ahí tuvo su momento el equipo azulgrana, con dos oportunidades de esas que decantan un partido. Primero Ansu Fati resolvió una buena jugada con un remate cruzado que se fue por un palmo y dos minutos después un centro del joven delantero fue cabeceado por Coutinho, con todo a favor, al lateral de la red.

Se recompuso el Madrid, que iba a decantar el Clásico con una acción típica de su catálogo ofensivo. Los córners de Kroos ya habían provocado dolores de cabeza a la defensa local en el primer tiempo. El que lanzó a la hora de juego se convirtió, a la postre, en la clave del partido. Tras un rechace y un centro al segundo palo, Lenglet tiró de la camiseta a Ramos. El árbitro, indeciso en directo, recurrió al VAR y decidió que había infracción. Ramos, señalado como el salvador cuando llegan los momentos duros, no falló, pese a que Neto estuvo cerca de llegar al balón.

A partir de ahí no hubo debate. El Madrid creció y el Barça no encontró manera de meter mano en un entramado defensivo que, después de semanas de dudas, recuperó su fiabilidad. Hasta el carrusel de cambios le sentó mejor a los blancos. Cumplida su misión, agotado, Valverde le dejó el sitio a Modric, que puso el punto de pausa que necesitaba su equipo. Sin embargo, Koeman solo consiguió desequilibrar a su equipo con la desmesurada inyección de jugadores ofensivos.

Mientras que los ataques azulgrana chocaron con la fiabilidad madridista, Neto se vio cada vez más desprotegido de las contras visitantes. El sustituto de Ter Stegen se agigantó para responder a las andanadas de Kroos, primero, y Sergio Ramos en apenas un minuto. Pero ya no pudo hacer nada en el 89, cuando Modric culminó como un genio la jugada que él mismo había iniciado con un pase en profundidad a Vinicius. Neto se adelantó al brasileño, pero el balón quedó suelto a los pies de Modric. Con tanta sanfre fría como calidad, el croata jugó con la desesperación de Neto y de los defensas hasta que encontró el hueco para sentenciar el Clásico. El silencio del Camp Nou se rompió con los gritos, mitad desahogo mitad reivindicación, de un Madrid que se marchó feliz, traspasando las urgencias del Barça.