Barcelona,Luis Suárez llegó a Barcelona de manera furtiva, entrando en el Camp Nou sin que nadie lo viera, sancionado como estaba por la FIFA por su mordisco a Chiellini. Y se marcha gratis (el Atlético pagará seis millones de euros, pero en variables). Gratis y emocionado, con infinitas lágrimas en los ojos, dejando un rastro espectacular de goles y una conexión con Messi que trasciende más allá de lo futbolístico. Es tan íntima que el capitán se queda solo en un lugar, el Barça, donde ya no quería estar más. Deja huérfano a Messi y sin dueño al ‘nueve’, un dorsal cargado de leyenda.

Empezó a hablar y rompió a llorar. No pudo ni articular la primera frase. “Es muy difícil para mí. No tengo nada preparado”, admitió bajando la cabeza, incapaz de contener tanta lágrima. “El club confío en mí en el 2014. Sabía en las condiciones que venía por un error que había cometido”, ha reconocido, rodeado de los cuatro capitanes: Messi, Busquets, Piqué y Sergi Roberto. Tampoco Jordi Alba ha querido perderse la despedida del uruguayo.

Se mordió la lengua. No quiso decir lo que sentía. Prefirió ser elegante en su despedida para no ensuciar la extraordinaria historia de goles que ha construido en el Barça. Bartomeu le dijo que el Camp Nou sería “siempre” su casa y él replicó diciendo que “siempre sería un culé más”. Estuvo más diplomático que nunca Suárez, consciente de que se le esperaba volcánico e impulsivo.

Reveló eso sí su malestar (”se han filtrado cosas que a uno le indigna”), aunque midiendo cuidadosamente cada palabra, pero dejando mensajes. “Hay que aceptar que no cuentan contigo, igual que si es el jugador el que quiere irse”, ha dicho.”No era fácil aceptar eso. Me llevo amigos, se va un ser humano que tiene sentimientos. Esté donde esté habrá un culé más”, ha dicho el delantero uruguayo, cuyo discurso quedaba interrumpido. Tenía el corazón roto. Y no quería ocultarlo. No paraba de llorar Suárez. “Me debo sentir orgulloso de los seis años que viví en el club. Tengo que agradecer al Barça lo que viví. Tengo que cambiar el chip y disfrutar de la nueva etapa”, añadió.

Koeman le comunicó en una breve llamada telefónica, que no contaba con él. Después, a través de los hechos, el técnico certificó ese plan inicial. “Cuando me lo comunica el entrenador me lo esperaba porque ya se había dicho antes. Puedo aceptarlo. No tengo ningún problema en dar un paso al costado”, reconoció. “Todavía no he digerido la despedida, pero no me imagino jugar contra el Barça”.

Pero el Barça, aunque Suárez quería quedarse, entendió que el tránsito del Barça de Messi al Barça con Messi necesitaba de la salida de su compinche. Aunque eso implique reforzar al Atlético, uno de los rivales directos. Era, además, una necesidad económica, incapaz el club azulgrana de soportar su salario en el fútbol pospandemia. Y el uruguayo, en contra de su voluntad, abandona el Camp Nou.

“En mi despedida no le voy a dar el gusto a nadie. Ya se especulaba mucho con los jugadores que iban a salir. Pero yo ya lo había aceptado. No tenía ningún problema y quería llegar a un buen final como se ha llegado”, confesó, recordando que ahora el Barça “tiene más variedad y más alternativas para rotar en el Barça. Va a ser un año muy bueno y que los jóvenes puedan aprovechar esa oportunidad”, añadió

Sobre su relación con Messi dijo que Leo sabe lo que pienso yo. Y yo sé lo que piensa él. Somos lo bastantes grandes para que nos demos consejos. Leo sintió cosas raras porque uno se va y a un rival directo. Pero no cambiará nuestra relación ni mezclaremos sentimientos por enfrentarnos.

Suárez se convierte ahora en el nuevo soldado del “cholismo”, otra manera de entender el juego, igualmente de enraizada en un delantero que ha triunfado allá por donde ha pasado. Terco y obstinado como ha sido siempre para demostrar que el gol no entiende de culturas.