Privas (Francia),A Wouter Poels, antiguo ayudante de Chris Froome, hoy al servicio de Mikel Landa en el Bahrein, le dieron ayer el premio a la combatividad, según el criterio de un jurado formado por organizadores y periodistas franceses. El galardón no puede quedar desierto y se le distinguió por el esfuerzo que supone correr el Tour con una costilla rota desde la primera etapa. Los premiados, sin embargo, debían haber sido los espectadores que no se quedaron dormidos en el sofá después de presenciar una de las etapas más aburridas de todos los tiempos, no solo de la ronda francesa, sino de la historia del ciclismo mundial. En ciclismo también hay etapas malas, y la de ayer se ganó el jersey amarillo que perdió Julian Alaphilippe, posiblemente despistado y aburrido, al coger un bidón a falta de 17 kilómetros para meta, lo que está prohibido. Sin esperárselo, como un regalo del cielo, el maillot fue a parar al británico Adam Yates. Tan mala fue la etapa que hasta resulta imposible encontrar en la noble historia del Tour, desde su fundación en 1903, una jornada en la que no hubiera un solo ataque. Así, Yates se vistió con el amarillo y Wout Van Aert fue lo único bueno del día para demostrar su poderío y ganar la etapa al sprint.