Barcelona,No quiere pasar a la historia como el presidente del Barça que vio marcharse a Leo Messi. Arrinconado desde que el pasado martes recibió el burofax que enterraba una hermosa relación de 20 años, Josep Maria Bartomeu diseñó una desesperada táctica para esquivar lo que parece ahora irreversible: Leo Messi quiere dejar su casa y reencontrarse en el Manchester City con las personas (Guardiola y Txiki Begiristain)_con las que fue feliz en el Camp Nou.

Pero el presidente del Barça se resiste y ayer, en un inesperado giro, deslizó la posibilidad de dimitir si Messi sostiene públicamente que él es el problema. No utilizó Bartomeu ningún documento legal como el que sí empleó el capitán. Ni siquiera un burofax le envió en esa batalla que mantienen en la distancia, con Jorge Messi, padre y agente del delantero, aún en Rosario, pergeñando desde la distancia el contrato de Leo con el City.Pero la situación, que se ha envenenado en las últimas horas, podría desbloquearse la próxima semana coincidiendo, como anunció ayer la periodista argentina Verónica Brunatti, con el viaje de Jorge Messi a Barcelona. Está previsto que llegue el domingo, el mismo día en que el aún capitán del Barça debe incorporarse a la disciplina de Ronald Koeman para someterse a las pruebas PCR, previo al inicio de los entrenamientos, fijado para el lunes 31 (17. 30 horas). Ese movimiento de Bartomeu, dispuesto, como reveló TV3 en su Telenoticies Migdia y confirmado después por este diario, contempla la idea de abandonar ya el cargo. Pero solo se iría el presidente asumiendo su posición Jordi Cardoner, actual vicepresidente primero.De esta manera, el aún presidente, cuyo mandato expira en 2021, permitiría a su directiva acabar la legislatura y, sobre todo, cuadrar las cuentas de este complicado ejercicio económico debido a la pandemia. Bartomeu revela, aunque no lo ha dicho públicamente, su deseo de inmolarse en el palco si eso garantiza la continuidad de Messi. Pero lo que sí tiene claro el dirigente es que no venderá al astro argentino ni tampoco le dejará irse gratis, como él pretende, y se refugia en la cláusula de 700 millones de euros. Neymar también quería irse y, al final, el Paris Saint Germain pagó los 222 de la cláusula.

Se expone, sin embargo, Bartomeu a vivir la misma situación que su amigo Sandro Rosell, quien acabó presentando la dimisión (enero del 2014), arrastrado por el caso Neymar, el jugador a quien fichó para suceder, precisamente, a Leo. Ahora, quien podría verse arrastrado es Bartomeu, una vez estalló por los aires en Lisboa el errático proyecto deportivo.El presidente mueve ficha, pero para Messi ya es demasiado tarde porque todos los mensajes que trasladó a la junta fueron desoídos. Hasta que llegó el martes el burofax que dinamitaba una fría y tensa relación. El astro llamó a Guardiola con el entusiasmo que ya no tenía en el Barça, seguro de que allí encontrará el proyecto deportivo que no observa en el Camp Nou. El City le ofrece dos años, con puerta de salida en el 2021, cuando acaba Pep su contrato.Mientras, el expresidente del Barcelona Joan Gaspart insistió desde Perú en pedir a Messi "de rodillas" que se quede en el Barcelona,"Si supiese que eso ayuda a que se quede, yo me arrodillo. Es lo que haría cualquier 'culé' loco por su club y porque en su club continúe jugando Messi".

LA MARCHA, UNA GRAN SACUDIDA ECONóMICA

El adiós de Leo Messi está llamado a impactar enormemente en las cuentas del Barcelona y obligar a rehacer todos los números. Con Messi se elimina una partida anual de 110 millones de euros, que es lo que le cuesta a la entidad el salario del argentino, de unos 50 netos.

Con la marcha de Messi se ahorra el club la quinta parte de los gastos en deportistas, en 492 millones en estos momentos. Se ahorra el 10% del presupuesto total antes de la pandemia (ahora ese porcentaje crece sustancialmente tras los 200 millones en caída de los ingresos). Y se ahorra el quebradero de cabeza en que se había convertido cada una de las renovaciones del argentino.

Pero desde el punto estrictamente económico no todo son noticias para frotarse las manos si uno es contable del club. Quizá solo en el plazo inmediato, pues cualquier recorte en los gastos en estos tiempos es una bendición. Pero no muy a la larga la marca del Barça pierde a su referencia indiscutible y se resentirá a la hora de negociar contratos con patrocinadores.

De aquella foto del tridente –Messi, Suárez y Neymar– con que los ejecutivos viajaban por el mundo para extraer petróleo ya no queda nadie (presumiblemente). Y la marca va a ir a la baja. «La proyección universal del Barça cambia mucho con o sin Messi. Cambiará la capacidad de negociación del club. Es indiscutible una repercusión en la parte comercial, que es lo que mejor ha gestionado el Barça en los últimos años», valora el economista Josep Maria Gay de Liébana.

El Barcelona ha empezado a renegociar la prórroga con Rakuten, uno de sus acuerdos estrella, con 61 millones al año, que acaba en 2021. Lo mismo con Beko, que paga 19. El vínculo con Nike (de 105 a 155 millones, según variables) está atado hasta el 2026.