Barcelona,No hay día de pausa en el Barça desde el 2-8 de Lisboa frente al Bayern. Ni tampoco de paz. Sobre todo desde que, a media tarde de ayer, el portal de noticias argentino TyC, informara de que Messi había enviado un burofax al Barça en el que solicita que se le conceda la carta de libertad para poder firmar por otro club. Fuentes del Barça explicaron a Efe que, en la misiva, Messi alega la cláusula que tiene en su contrato y que le permitía irse libre antes del pasado 10 junio. Sin embargo, como el argentino no la ejecutó antes de esa fecha, el Barcelona lo dio automáticamente por renovado, hasta el 30 de junio de 2021, y su cláusula de rescisión pasó a ser de 700 millones de euros.

Messi observa como se han desplomado todos los pilares que se habían sostenido intactos en los tres últimos años, a pesar del desastre de Roma y el caos de Anfield. Nada comparable, sin embargo, a la tragedia de Lisboa, que no solo enterró a su Barça sino que, además, se ha llevado por delante a Luis Suárez, su mejor amigo en la plantilla, la persona en la que se ha sostenido, deportiva y familiarmente, durante estos seis últimos años. Observa el capitán como una breve llamada de Koeman, el último en llegar al Camp Nou, sirvió para despedir de forma fría y aséptica al tercer máximo goleador de la historia del club.Dolido anda Suárez por sentirse ninguneado por la directiva, que no por el entrenador, recién aterrizado. Considera el uruguayo, que ha mandado a sus abogados a negociar con el club la mejor forma económica de salir –cobrando el año de contrato– , que no se le ha respetado en la hora del adiós. Dolido sigue Messi con Bartomeu, con quien ha mantenido varios desencuentros en los últimos meses al punto de que el presidente prefiere hablar primero con Jorge Messi, su padre.

Ahora, además, el capitán se siente huérfano, un poco más, por la salida de Suárez, aunque su futuro no dependerá exclusivamente de esa marcha de su amigo. “¿Han dicho a Suárez que no cuentan con él por teléfono?”, se preguntaba ayer Joan Laporta a través de su cuenta de Twitter, sabiendo, obviamente, la respuesta. “Me parece un acto de cobardía y una falta de respeto al jugador”, añadió el el exdirigente azulgrana.

Sin embargo, la junta presidida por Bartomeu se esfuerza en transmitir la sensación de que quiere que Messi se quede a toda costa. El club ha respondido con otro burofax en el que le pide que se retire en el Barça. Fuentes del club catalán explicaron que en la respuesta, el Barcelona propone al argentino que lidere, “con fuerzas e ilusiones renovadas”, el nuevo proyecto deportivo, “como siempre ha hecho”. Y le recuerda que la cláusula que le permitía solicitar la carta de libertad debía ejecutarse antes del pasado 10 junio y que, por tanto, al tener un año más de contrato en vigor, su cláusula de rescisión es de 700 millones de euros.Antes de que se hiciese público el burofax enviado por Messi, Laporta había acusado a la junta de Bartomeu (“pobre Barça en manos de estos incompetentes”, escribió), temiéndose lo peor: la marcha de Messi. “Esta forma de actuar es impresentable y perjudica la imagen del club. Eso me hace sospechar que quieren vender a Messi”, aseguró el expresidente, calificando de “error histórico” el posible adiós del capitán. Más tarde, cuando la bomba ya tenía una repercusión mundial, Laporta volvió a la carga: “Si Bartomeu y la junta dimitieran, todavía habría esperanzas de que Messi se quedara”.

A la espera de lo que diga la estrella, la junta, que no ha podido seducir y convencer a Messi con argumentos porque cada vez han sido más lejanas sus posiciones, se aferra ahora a un papel: contrato hasta 2021 y cláusula de rescisión de 700 millones de euros, inaccesible en cualquier momento. Pero más aún en tiempos de pandemia, que han debilitado el mercado de fichajes. Además, en cinco meses (a partir del próximo 1 de enero) será el dueño de su futuro, mientras Koeman aguarda inquieto la resolución del conflicto porque quiere iniciar la regeneración del equipo a través de su decisiva figura.A sus 33 años, Messi se enfrenta a una situación desconocida porque ha percibido, además, que el poder ha cambiado de lugar. Ya no está en el vestuario sino en el despacho del nuevo técnico, a no ser, claro, que la directiva le deje desprotegido. O se queda agotando el año de contrato y empieza de nuevo, pendiente, por supuesto, del desenlace de las elecciones o busca un nuevo club. Tampoco hay tantos (Manchester City, París Saint Germain, Inter y Manchester United, el último en unirse, según indicó ayer Deportes Cuatro) que le complazcan. Incluso en Argentina especulan con algún club de la liga norteamericana (MLS) y con Newell´s Oll Boys, el club más importante de su ciudad, Rosario, y donde se inició.

Para cualquiera supondrá un reto tanto a nivel económico (su ficha es de 50 millones anuales netos) como deportivo, para ofrecerle el proyecto sólido y exitoso que siempre ha exigido al Barça.Koeman, mientras, va tomando decisiones, a la espera de la gran decisión. La de Messi. Suárez, Arturo Vidal, Rakitic, con quien el Barça ya negocia con el Sevilla, y Umtiti ya saben que no cuentan para el técnico. Busquets, Piqué, Sergi Roberto, tres de los cuatro capitanes, y Jordi Alba también saben que sí. Aunque sus roles e influencia vayan a cambiar. El club también quiere, como informó Catalunya Ràdio, que se revisen los contratos por la pandemia, ya que todos están en la escala salarial alta de la plantilla. «Lo que pedimos es adecuación a los ingresos del club», pidió Bartomeu.