Decir que España tiene la mejor liga del mundo de fútbol sala es algo que se viene repitiendo ya en los últimos años o quizás en las últimas décadas. A todos se les llena la boca cuando se habla de equipos de leyenda como la “Máquina Verde” de Inter Movistar durante la primera década del Siglo XXI o más recientemente la generación de los Ricardinho, Gadeia, Pola y compañía. Hablar de fútbol sala en España es hablar de títulos, sobre todo en Europa. Dos campeonatos del mundo y siete títulos europeos avalan el rendimiento de un deporte consolidado en nuestro territorio, modelo para muchísimos países también en lo que a gestión y organización se refiere.

Pero hablar de esto, es hablar del pasado. La situación actual dista mucho de aquellos años dorados. El COVID-19 ha sacado a la luz las penurias de un deporte que pese a haber conseguido grandes hitos sigue siendo el hermano pequeño del fútbol. Y aquí está el primer error. El fútbol sala no es fútbol. Mientras todos los deportes comienzan a preparar su vuelta a la competición, el fútbol sala es una incógnita al igual que otros formatos catalogados como fútbol “no profesional”. Fútbol sala y todo el fútbol, a excepción de Primera y Segunda División, ven como el tiempo pasa y ellos se encuentran atados de pies y manos esperando un plan que les rescate.

En lo que respecta a clubes zamoranos, el Desguaces Casquero-Atlético Benavente, que compite en Segunda División de fútbol sala, tiene prevista su vuelta a los entrenamientos el próximo 19 de agosto. Los jugadores y cuerpo técnico están citados en el Municipal de La Rosaleda, aunque para ello primero debe tener sobre la mesa un protocolo de actuación. Por el momento, la Real Federación Española de Fútbol, ente organizativo de la competición, emitía un comunicado que dejaba en manos de las autoridades competentes la elaboración de un libro de ruta debido a la oleada de rebrotes que sufre el territorio español. Mientras eso ocurre, algunos equipos ya se encuentran entrenando como es el caso del F.C. Barcelona o Inter Movistar, donde el club torrejonero reconocía el positivo de uno de sus jugadores hace unos días.

Según el calendario aprobado por la RFEF, Primera División debería comenzar el 5 de septiembre. Una utopía a día de hoy ya que la competición no dispone de un protocolo ante el COVID-19 que ha obligado a los equipos participantes a suspender sus encuentros amistosos. Veremos si en los próximos días las federaciones territoriales junto a los organismos autonómicos llegan a un acuerdo que permita la práctica deportiva segura de unos equipos que se juegan mucho, no solo en lo deportivo.

Es triste ver cómo la actualidad del fútbol sala pasa por ser espectador de un conflicto entre RFEF y la Liga Nacional de Fútbol Sala, antiguo organizador de la competición. Los reproches constantes por parte de seguidores de la LNFS y la escasa respuesta que presenta la RFEF han desencadenado en numerosas peticiones de jugadores y exjugadores para que ambos organismos se sienten y dialoguen en favor del deporte. Ahora la pelota está en el tejado de los poderes públicos como así lo ha designado la RFEF, para avalar un plan de vuelta a los terrenos de juego y poder así iniciar unas competiciones que difícilmente lo hagan en las fechas previstas.