No hay momento más cruel para el Atlético de Simeone que la final de la Champions League de Lisboa en 2014, el principio de una obsesión por el título de los títulos que evoca los peores recuerdos pero que también sostiene la voracidad de un grupo que se encuentra de nuevo ante su desafío más grande, en la misma ciudad, con formato readaptado por el Covid-19 y con el Leipzig como primer o último adversario en el estadio José Alvalade.