Como es normal, todos los jugadores estaban más que felices con este ascenso pero para los zamoranos, además, se trataba de ascender al equipo de su tierra, de su ciudad, y este era el caso de Dani Hernández. En condiciones normales, el ascenso hubiera llegado en un día muy especial, el 30 de mayo, día de su cumpleaños, pero la espera seguro que mereció la pena.

“Nos hemos quitado la espinita y hemos devuelto al club donde se merece. Zamora se lo merece”, indicó el capitán rojiblanco que estaba visiblemente emocionado con lo que acababa de vivir. “Sabíamos que íbamos a sufrir sabíamos que teníamos que meter gol, y la la clave era estar serios” sobre el terreno de juego y concentrados.

“Teníamos confianza pero no estábamos confiados. Teníamos mucha confianza en este cuerpo técnico, en el presidente, en César Villafañe… en el trabajo de todos”, comentó el zamorano quien subrayó que “desde el primer minuto se ha visto que queríamos el ascenso”.

La primera llamada de Dani Hernández al lograr el ascenso fue a su padre, socio desde hace muchísimos años, pero no quiso olvidarse su madre, su novia, sus familias… todos los que han estado con él estos meses.

En cuanto a la afición les recomendó entre risas que lo disfruten y “se emborrachen pero en casa” por la crisis del coronavirus.

Todos, después de todas las celebraciones en el campo y a los pies de La Balastera, retomaron el viaje de vuelta para seguir disfrutando de lo logrado.