El ciclista zamorano Javier Sardá ha dejado atrás los años de penurias y desencantos en el circuito europeo para convertirse en una figura del ciclismo en Vietnam, donde acaba de ganar su segunda HTV Cup, la vuelta por etapas más importante del país. "Si me lo llegan a decir no me lo creo, aquí me he vuelto a sentir ciclista de verdad", dice a Efe Sardá, de 33 años, mientras apura un café con leche en un establecimiento próximo al palacio de la reunificación de Ho Chi Minh (la antigua Saigón) y a escasos metros del lugar en el que el pasado 7 de junio terminó vestido de amarillo la última de las 18 etapas de la HTV Cup. Escalador ligero, Sardá Pérez (los vietnamitas le conocen por el segundo apellido) cimentó su victoria en las montañas del sur del país durante la última semana de carrera para coronarse con un margen final de 35 segundos sobre el vietnamita Nguyen Tan Hoai.

"Son muy peleones en todos los terrenos. Este año hasta el último día hemos tenido que aguantar que nos den por todos lados", comenta agradecido a su equipo, el Thanh Pho Ho Chi Minh-VUS.

Desde España pasando por Japón

Tres años después de su llegada a Vietnam, aún le cuesta asimilar el giro del destino que le llevó de equipos españoles de tercera categoría a convertirse en una figura mediática reconocida por los aficionados locales, que le paran por la calle o se acercan a él en moto mientras entrena.

Desanimado por la situación de España, donde estuvo a punto de dejar el ciclismo y llegó a trabajar unas semanas en una gran superficie de Santander para poder pagarse la bici, en 2016 se enroló en el equipo japonés de Hiroshima de la mano de un antiguo compañero nipón.

Tras la buena experiencia de ese año, en 2018 le surgió la oportunidad de fichar por una escuadra de Vietnam, el país donde se ha convertido en una figura y ha logrado superar los sinsabores económicos, de formaciones que le ofrecían correr gratis o de premios por ganar carreras que tardaban meses en llegar a su cuenta corriente.

"En España hay equipos, pero las condiciones que ofrecen no dan para vivir, a no ser que estés en uno de máximo nivel. Hasta los 26 años estuve corriendo sin sueldo. Entrar en un equipo Pro Continental (segunda máxima categoría del ciclismo) en Europa no depende solo tus cualidades, también entran en juego amistades, contactos, intereses?", lamenta.

"La primera vez que me gané bien la vida con la bici fue cuando fui a Japón. Ahora en Vietnam estoy muy bien, el sueldo me da para vivir holgadamente, me pagan todos los meses aunque no compita y las carreras pagan los premios uno o dos días después de terminar", añade.

Otra de las mejoras han sido los patrocinadores que le facilitan todo el material necesario, como la empresa de dispositivos GPS Garmin o la marca de ropa deportiva Mude, de la que es embajador.

Dificultades de adaptación

El ciclista, nacido en Zamora pero residente en Cantabria desde los 10 años, niega el cliché de que está triunfando por el nivel más bajo de las carreras y recalca que otros corredores europeos probaron suerte y no pudieron adaptarse a una cultura y un clima tan diferentes. A él también le costó al principio, pero sobre todo a su estómago, que enfermaba con frecuencia por sus dificultades para asimilar bien la comida local.

"Ya cada vez estoy mejor, pero al principio me ponía malo incluso en las carreras. El primer año también cogí peso porque se come mucho arroz y al principio no me daba cuenta. Ahora ya voy mejor, tenía un dietista en España y con los años he aprendido", cuenta. Sus rutinas no han cambiado con la notoriedad del éxito, sale a entrenar a las seis de la mañana para evitar el sofocante calor tropical y por las tardes da un paseo o estudia inglés por su cuenta en la residencia que comparte con otros compañeros de equipo cerca del centro de Ho Chi Minh, la urbe más grande del país.

Pese a su grata experiencia, no se atreve a animar a otros compañeros españoles a dar el salto a Vietnam porque no sabe si se adaptarían tan bien como él a una vida tan distinta.

"Si va mal es mi responsabilidad. Además, la gente no se atreve mucho a salir", asegura.

Planes de futuro

En su caso, espera que la aventura dure unos años más, lo que aguanten el cuerpo y la mente, y después planea quedarse en Vietnam para aprovechar el creciente tirón del ciclismo y el despegue económico de un país que en 30 años ha multiplicado por diez su producto interior bruto.

"El país está creciendo muy rápido, estoy muy a gusto y pueden surgir oportunidades. Y además, si vuelvo a España, ¿qué puedo hacer?", se pregunta.

Así, poco a poco, este zamorano en Asia va abriendo puertas y forjándose una leyenda que cada vez más se aplaude en su país y en su provincia. Los éxitos, a buen seguro, le seguirán acompañando en el futuro. Trabajo no faltará.