En un partido de diferencia mínimas y siempre muy ajustado, el BM Zamora Rutas del Vino sumó un punto a domicilio ante el penúltimo Amenabar Zarautz KE que tiene un sabor agridulce. Valioso por producirse fuera del Ángel Nieto y por la mucha pelea que hubo siempre, pero amargo porque los zamoranos completaron un final de encuentro muy malo en el que dejaron escapar una ventaja de cuatro goles que fue la máxima del duelo.

El partido comenzó a buen ritmo anotador con los dos equipos ambiciosos y verticales. También duros en denfensa pero en todo mostrando mucha efectividad en sus acometidas, por lo que el marcador registró la primera alternancia muy rápido, 2-2 en el cuatro. Después los ataques ya no serían tan certeros y por contra las defensas ganaron mucho peso, pero en todo caso la igualdad se mantuvo inalterable, 3-3 en el nueve, hasta que se vio el primer cambio importante. Un parcial local de 3-0 que dejaba bien claro a los visitantes que cualquier opción de victoria pasaba por defender a muerte, porque ya se intuía que costaría mucho hacer goles y sobre todo marcar tantos fáciles.

Ese despiste visitante, también al principio producto de una inferioridad, le costó al Zamora Rutas del Vino muchos minutos de sacrificio y esfuerzo para retornar a la pelea por el resultado, 8-9 a falta de nueve para el descanso, pero sin duda también fueron beneficiosos para concienciarse de una vez por todas que ante un oponente de estas características y en una cancha tan caliente como Aritzbatalde no se podía bostezar ni un instante.

El tramo final del primer periodo fue precioso y muy disputado, 10-9 a falta de seis, con los dos equipos intercambiándose golpes constantes, 10-12 a falta de dos y medio, y jugando para ello un balonmano bien diferente. A la llegada del receso todo estaba igualado, 12-12.

A la vuelta de los vestuarios tras el descanso el choque prosiguió igualado y muy aguerrido, con los visitantes ejerciendo una defensa presionante con hasta dos efectivos muy adelantados que les permitiera el robo y la salida rápida al contragolpe. Algo que consiguieron en no pocas ocasiones pero que no siempre terminaría bien gracias al buen hacer de la portería vasca, que se apuntó paradas de mucho mérito y algunas de ellas simplemente a bocajarro, 15-15 en el ocho.

El Zamora seguía trabajándose bien el partido, comenzando por una rocosa defensa que apenas daba concesiones y manteniendo un buen nivel ofensivo merced a hombres como Cubillas. Los de Leo Álvarez robaban mucho, aunque también tuvieron alguna pérdida claramente evitable, pero lo mejor es que eran capaces de atacar tanto a la contra, que era lo que más les gustaba, como en estático pues mantenían la pausa necesaria como para no perder los nervios y elaborar con criterio hasta encontrar el momento oportuno. Aunque eso sí, las defensas seguían siendo claramente superiores a los ataques, 16-18 en el catorce y tiempo muerto obligado del míster local pues cualquier pequeña diferencia en un choque tan peleado podría resultar decisiva.

De vuelta al juego un nuevo robo y una falta en ataque local más sendas contras visitante aumentaban la renta a cuatro goles, 16-20. Una máxima que dejaba a los vinateros en una posición inmejorable, porque ya se había superado el cuarto de hora y los nervios comenzaban a jugar un papel determinante. Que el Zarautz pusiera fin a su sequera no cambiaba las cosas, porque pese a su buena defensa posterior en seguida sumaban una nueva pérdida y el enésimo contragolpe letal, 17-21 y nuevo tiempo muerto.

El receso pareció rejuvenecer a las huestes locales, que encontraron por fin la compenetración de su seis cero y con una portería protagonista y una precisión en el lanzamiento no vista en toda la segunda parte, aunque marraron un siete metros, firmaron diez minutos de ensueño para una grada enloquecida y le dieron la vuelta a la tortilla para sorpresa de todos los presentes, parcial de 5-0 para colocar el 22-21 a falta de dos minutos y medio y tiempo muerto del entrenador zamorano.

De nuevo en juego la portería vasca de Ballesteros rechazaba un cara a cara imposible, pero al siguiente ataque tras una buena defensa amarilla el siete local se quedaba en inferioridad por exclusión, lo que aprovechó Horcajada para igualar. La tensión aumentó y más porque todavía se vería una exclusión en las filas foráneas para que Amenabar Zarautz lanzara un golpe franco con el reloj a cero que finalmente detuvo Admella, por lo que el marcador ya no se movió más. A la conclusión 22-22.