Apenas faltan 24 horas para que den el pistoletazo de salida de la primera carrera de su vida. ¿Nervioso?", "No", se sincera. Ha perdido la cuenta del número de entrevistas que ha hecho ya. Pero claro, no todos los años se convierte uno en el "Héroe de la Felicidad".

Lo cierto es que al zamorano José Javier Vaquero no le van mucho los héroes, pero sí eso de la felicidad. Su historia es uno de esos ejemplos de vida.

Después de "tripitir" Primero de BUP, llegó a la conclusión (errónea) de que era un mal estudiante. Y es que solo necesitaba buscar algo que realmente le gustara. Apostó por la FP y comenzó a cursar el módulo de Fotografía en La Vaguada. Paso de suspender todas a aprobarlas todas con notable.

Después de un examen, se marchó de fiesta con los amigos sin saber que su vida estaba a punto de cambiar de forma radical. Todo fue cuestión de milésimas de segundo. Cuando volvían por la fatídica recta de Coreses, el amigo que iba conduciendo el coche bajó el volumen de la música. Un sencillo gesto que le hizo perder el control del vehículo en el que ambos viajaban. Dieron siete u ocho vueltas de campana. Su amigo salió ileso y José se quedó tetrapléjico a los 19 años.

Él no se acuerda de nada más. Pero su hermana Mayte, sí. "Eso no se olvida", expresa emocionada. Esa madrugada, la Guardia Civil se personó en casa de sus padres para comunicarles el grave accidente de tráfico que acababa de sufrir el pequeño de sus cuatro hijos. Y a su vez, su madre y su hermana se lo dijeron a ella: "José ha tenido un accidente. Está muy mal. Está vivo. Se lo llevan a Salamanca. Nos tenemos que ir".

En realidad, fue en ese momento cuando José comenzó a disputar su primera carrera ya que una premisa estaba clara respecto a la actitud: Si José se hundía, la familia también. Por eso, le dio la vuelta al dicho de que correr es de cobardes. Lo cobarde era no correr. Y no era una carrera cualquiera, sino de por vida.

"Estuve unos ocho días en la UVI del Hospital de Salamanca, luego en planta y me operaron de la columna vertebral: me sacaron un hueso de aquí y me lo pusieron pa' ahí con un poquito de titanio, todo metales preciosos", resume José con humor.

Después de la recuperación en la capital charra, vinieron ocho meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Mal que bien, José fue adaptándose a su nueva vida y proponiéndose retos. ¿El último? Apuntarse a la San Silvestre de Salamanca que se celebra mañana.

"Él funciona así. Dijo que quería conducir, condujo. Dijo que quería tener una furgoneta, la tuvo. Es alucinante", apostilla su hermana. "Tiene claro qué quiere hacer y siempre está maquinando cómo conseguirlo. Su mentalidad es buscar la manera de hacerlo, no si puede o no".

El problema en esta ocasión era la silla. Para participar necesitaba un modelo adaptado que fabricaba un ingeniero en Reino Unido por 6.128 euros. Durante los últimos meses ha estado ahorrando y su inseparable amigo David buscando otras vías de financiación: contactó con Euromaster, empresa que busca favorecer la movilidad de las personas a través de una campaña llamada 'Héroe de la Felicidad'. Y eligieron a José como el representante de este año.

"Me faltó saltar de la silla cuando me dijo que había encontrado a un patrocinador", cuenta entre risas. Además, la campaña se engloba dentro de otra iniciativa denominada "Kms de solidaridad" en la que cada kilómetro recorrido y publicado en las redes sociales es canjeado por juguetes infantiles.

Mañana, José correrá con su silla empujado por David para seguir sumando kilómetros de solidaridad, felicidad y vida. Como él mismo dice, no tiene héroes, simplemente cree en sí mismo.