Nacido en Zamora capital, en el barrio de San Frontis, Cristian Salvador González (20-11-1994) se machaca para volver cuanto antes a un Sporting en el que se ha convertido en un fijo esta temporada. Ve difícil recibir el alta para jugar en Copa en su ciudad natal, pero está convencido de que el equipo irá pronto para arriba. Dueño de un perro llamado “Conan” y amante de películas como “Gladiator”, su poderoso físico acentúa un fútbol que busca mejorar en lo táctico para vivir, como protagonista, las imágenes que hicieron llorar a su madre, Ana. “Me imagino que puedas vivir un día un ascenso y me emociona mucho”, le dijo cuando le mostró, en El Molinón, un vídeo de los últimos regresos a Primera del conjunto rojiblanco.

-¿Por qué al equipo no le están saliendo las cosas?

-Hay buen equipo, trabajamos a tope, pero no sé… Es cuestión de dinámicas. En el filial había partidos en los que no estábamos muy acertados, teníamos una ocasión y ganábamos. Ahora hemos tenido partidos muy buenos, ocasiones y no ha acabado de entrar el balón. Nos falta acertar con el gol. Si el balón sigue entrando, como ante la Ponferradina, iremos para arriba. Todo va a cambiar en cuanto se consiga. Falta enlazar un par de victorias, en cuanto se haga, vendrá todo rodado.

-¿Cómo vive el vestuario la incertidumbre que rodea al banquillo?

-Tanto mis compañeros como yo estamos con José Alberto. No es bueno ni para el equipo ni para nadie estar pensando en que si no ganamos puede ser el último partido del entrenador. Estamos centrados en el partido a partido y sabemos de lo que somos capaces. Lo que falta es ser constantes.

-Llegados a este punto ¿hay que pensar en la permanencia y una vez atada en lo que pueda llegar?

-Hay que pensar en el partido a partido. El objetivo es hacer los máximo puntos posibles antes del parón de Navidad. Este equipo puede y merece estar arriba.

-¿Vivir esta situación lesionado da más rabia?

-Lo paso peor viéndolo desde fuera que jugando. Suelo ver los partidos solo. Me pongo muy nervioso. Trabajo para volver cuanto antes. Me gustaría estar para el partido de Copa, en Zamora. Hay mucha gente que me sigue desde hace tiempo, desde la distancia, y allí tendrá la oportunidad de volver a verme. Además, en el equipo hay excompañeros míos, con los que jugué desde pequeño. Mis padres, por ejemplo, son socios del Zamora. Ya veremos.

-¿Cómo entró el fútbol en su vida?

-Empecé a jugar con tres años, en el Zaconfi, un club que ya ha desaparecido. Iba con unas ganas tremendas. Todos mis compañeros eran mayores, algunos tenían dos años más. La Liga ya había empezado y me pusieron de delantero. Estuve cerca de ser el máximo goleador del equipo.

-Creo que tuvo un dilema con el fútbol y el tenis.

-Hubo ahí año y medio que hacía las dos cosas. Iba a clases de tenis y todo, pero al final ganó el fútbol. Me viene de familia. Mi padre, Ángel, trabaja en la construcción, pero jugó a fútbol hasta los 37 o 38 años en diferentes equipos de Zamora. A él, como a mí, siempre le gustó. Yo sigo dándole a la raqueta, ¡eh!. Aprovecho algún día de descanso para jugar, sobre todo cuando voy por Zamora. Tengo un montón de raquetas. Estoy equipado a tope.

-¿Cuándo le ficha el Zamora?

-Tendría unos 9 o 10 años. En el Zaconfi me había llamado ya la selección de Castilla y León y al poco fue cuando me ficharon. Y lo hicieron para jugar como delantero.

-¿Quién le reconvierte a centrocampista?

-En alevines no teníamos mediocentros y el entrenador, Canito, exjugador del Zamora, decidió ponerme a mí. Ya hice carrera ahí (se ríe). Da la casualidad que más tarde, cuando llegué al primer equipo, el segundo entrenador también era Canito.

-Y ahí cumple el sueño de todo niño de su ciudad.

-Debuté en el Zamora siendo juvenil. Fue contra el Sestao, donde luego jugaría años después, en el Ruta de la Plata, y ganamos 2-0. Cuando acabé esa etapa de juvenil ni siquiera pasé por el filial, fui directamente al primer equipo.

-Se fue del Zamora con 20 años ¿por qué?

-Fue duro. El equipo acababa de descender a Tercera y mis padres me decían que si quería progresar en el fútbol, intentase ir a otro equipo de Segunda B. Me costó. Me fui al Sestao con otro compañero, Dani Mateos. Eso me ayudó bastante. No quería estar solo en la primera vez que salía de casa. Vivimos juntos hasta que él se lesionó la rodilla. Se fue en Navidades y se mudó conmigo otro chico de la plantilla, Alberto Castaño, un canario que ahora está en el Atlético Baleares.

-¿Cuándo se da cuenta de que puede convertirse en futbolista profesional?

-Cuando llegué al filial del Sporting. Era la primera vez que estaba en un equipo en el que todos eran chicos de mi edad. Tanto en el Zamora como en el Sestao jugué con gente más mayor. Eso no es fácil. En el Sporting B me liberé.

-Salió de Zamora para escapar de la Tercera, pero llega a un Sporting B en Tercera.

-Ya, pero cuando me llamó el Sporting no pensé en categorías. Tenía ganas de irme a un filial. Manolo Sánchez Murias habló conmigo. Mi llegada fue complicada. Tenía una renovación automática con el Sestao por número de partidos y no me querían dejar salir libre. Hubo que pactar cosas como un amistoso y alguna otra cosa más. Cuando llegué al filial ya tenían la pretemporada casi acabada.

-¿Cómo ha evolucionado su fútbol?

-Muchas veces se comenta que arriesgo desmsiado. Lo hago porque confío mucho en mí. Es mi forma de jugar, aunque intento siempre hacer lo que me pide el entrenador y trabajo para mejorar.

-Tiene un físico poderoso en el que apoya mucho su juego ¿Comparte que su crecimiento puede pasar por administrar mejor esos esfuerzos?

-En ese sentido he dado un cambio esta temporada. Antes, esa confianza en mi físico igual me hacía volverme un poco loco, en el sentido de querer estar en todos los lados y tocar todos los balones, o conducir. Eso igual me penalizaba. Ahora lo estoy controlando. Hago mis arrancadas, eso no lo pierdo, pero estoy más pendiente de la posición, de lo táctico.

-Debutó en Copa con Abelardo y ha trabajado con los últimos cinco entrenadores del Sporting. Dígame qué ha supuesto para usted cada uno.

-Abelardo, hombre de cantera, me dio la oportunidad de jugar en el primer equipo. Con Rubi estuve a punto de jugar en Liga. Estuvo muy pendiente de mí. Paco Herrera siempre me decía que iba muy lanzado a intentar robar, se quedaba conmigo al final de los entrenamientos para corregirlo. Baraja jugó en mi posición y también estuvo muy pendiente de mí. José Alberto ha sido importantísimo para mí. Él me dio confianza incluso antes de llegar al filial, cuando hablamos para ficharme. Eso lo es todo.

-¿Cómo han vivido en casa su despegue?

-Mis padres están muy contentos. Siempre me han apoyado. Cuando pueden vienen a verme. Me insisten en que sea humilde y trabaje cada día para sea mejor. Mi madre, Ana, es la que peor lo pasa. Un día la llevé a ver el Tour de El Molinón. Ponen un vídeo que resume la historia del Sporting y ella, viéndolo, se puso a llorar. “Me imagino que puedas vivir un día un ascenso y me emociona mucho”, me decía. Mi padre me da más caña. Cuando lo hago bien, me lo dice, pero cuando lo hago mal, me aprieta.

-¿Cómo es su día lejos de Mareo?

-Paseo mucho con mi novia, María. Voy mucho a La Providencia, Verdicio, Rodiles...

-¿Un rincón para escaparse?

-Domez de Alba, el pueblo de mis abuelas, Angelita y Fili. Son mis mayores seguidoras. Solo ven fútbol si juego yo. Se ponen muy nerviosas. Y si me dan una patada… ¡imagínese! Se ponen malas. Siempre voy a verlas cuando tengo varios días libres. Me cojo el perro y aprovecho también para dar una vuelta por el campo. Me gusta mucho el campo.

-Tiene perro desde hace poco.

-Hizo en noviembre un año. Fue un regalo de cumpleaños. Se llama “Conan”, de raza braco de weimar. El nombre viene del apodo que me han puesto en la radio. Me gustó. Como mi perro es muy fuerte y tal, se lo puse.

-Tengo entendido que es una raza enérgica.

-La escogí porque cuando estaba en el Sestao me cruzaba todos los días con un perro de esa raza. Llevaba mucho tiempo con ganas de tener uno. Mi novia fue la que dio el paso al regalármelo. No me lo esperaba y la verdad es que fue una gran sorpresa.

-El año pasado tenía pandilla en el vestuario para ir al cine.

-Éramos Álex Pérez, Noblejas, Traver, Hernán… Me gusta mucho el cine. El otro día fui a ver “Si yo fuera rico”, que está rodada en Gijón. Te ríes bastante.

-Recomiende una película.

-Uf… Hay muchas. (Se lo piensa). “Gladiator” y “Avatar” me gustan bastante. En los viajes aprovecho también para ver series como “Peaky Blinders”, aunque no abuso porque me engancho fácil. También leo bastante sobre deporte y motivación.

-Dígame un libro.

-“El juego interior del tenis”, que da claves que puedes aplicar en tu día a día en cualquier trabajo. Le diré más. “Legacy”, que me recomendó Arturo (Martínez Noval, coach del equipo). “Open”, que habla de la trayectoria de Agassi.

-Vive en Nuevo Gijón ¿qué le dice la gente por la calle?

-Todos me preguntan qué nos pasa. Les digo que las cosas van a cambiar. Tenemos una afición maravillosa. Se merecen mucho más. El año pasado parecía que todo estaba perdido, cogimos una racha tremenda y estuvimos cerca de volver a meternos ahí.

-Envíe un mensaje a la afición.

-Hay que agradecerles el apoyo que no están dando. El otro día, en Miranda de Ebro, hubo mil personas mojándose por nosotros. Tenemos uno de las mejores aficiones del fútbol español. En la primera jornada, después del Madrid y el Barcelona, El Molinón fue el campo con mayor asistencia si no recuerdo mal. Que sepan que estamos trabajando duro y preparando cada partido de la mejor forma posible. Somos los primeros en querer cambiar esta situación. Vamos a ir para arriba.