El atiplado sonido del tubo de escape producido por el motor de dos tiempos, el penetrante olor a gasolina, la preponderancia del cuero en la vestimenta, los tatuajes de Suzuki en los brazos, las sempiternas gafas de sol y, sobre todo, la velocidad. La idiosincrasia que caracteriza al mundo del motociclismo, sazonado de una imaginería claramente identificadora, ha sido protagonista principal durante todo el fin de semana en el polígono de la Hiniesta, donde se ha celebrado la exhibición de motos clásicas organizada cada año por la AMZ.

El evento, que congregó aficionados venidos de todos los puntos de España (también algunos de Portugal e, incluso, un piloto británico), contó con grandes cifras de visitantes y curiosos, que han aprovechado el amplio circuito (1.400 kilómetros) para disfrutar de las pruebas y fotografías las motos antiguas allí reunidas. Ayer, los moteros valencianos -que guardan una estrecha relación con la asociación local- programaron una traca final para despedir la concentración.

Asimismo, durante la jornada dominical -en la que las motos de dos y cuatro tiempo coparon las carreras- hizo acto de presencia el ilustre piloto valenciano Salvador Corsi, que otrora compitió mano a mano junto al mítico Ricardo Tormo (doble campeón del mundo de motociclismo).

Tras las pruebas de exhibición de ayer, se procedió a realizar un acto en conmemoración por todos los motoristas fallecidos este año en la carretera y la edición de este año se clausuró con una comida de hermandad emplazándose para el próximo año.