Contrariamente a lo que se puede pensar, el tiro olímpico es un deporte relajante. O, al menos, se requiere de un enorme estado de tranquilidad y concentración para desarrollarlo al máximo nivel. El estruendo de la bala cuando el tirador descerraja el gatillo no altera la (aparente) parsimonia con la que los participantes ejecutan su tanda de disparos. El rostro, absolutamente inexpresivo. Las manos, a la par, ejecutan grácilmente la carga y descarga de las balas mientras el tirador no despega la vista de la mirilla.

Detalles que caracterizan a un deporte de precisión como el que se desarrolló ayer en el campo de tiro "Los Jardines" de Villaralbo durante la celebración de la Copa Ibérica de Benchrest. Un total de 24 tiradores -venidos de zonas como Cataluña, Comunidad Valenciana, Asturias, Madrid y diversas provincias de Castilla y León- participaron en las cuatro modalidades que acoge esta competición de índole nacional y puntuable para el mundial de 2020: BR Aire, Carabina Sporter, Varmint Ligero y Pesado.

Durante la jornada de ayer (el torneo continúa hoy domingo), Antonio Jesús González se proclamó campeón en la modalidad de Varmint Pesado - con 749 puntos y 44 moscas- y d enuevo González se hizo con el primer puesto en la categoría de Varmint Ligero con 736 puntos.

Mosca es el tecnicismo que se utiliza dentro de la escena para definir cuando uno de los disparos alcanza el centro de la diana. Asimismo, dicha tirada tiene una puntuación de 10+1, siendo ese más uno el que sirve para desempatar.

Reconocimiento

Todas las armas pasan un reconocimiento previo por parte de la organización en la que se comprueba que el rifle cumpla con todos los parámetros preestablecidos por las reglas de la competición. Los árbitros de la Copa Ibérica examinan el peso del arma, el grosor del apoyo (hay un límite que no se puede sobrepasar)y el visor. Una pegatina que se coloca en la culata de la carabina le indica a los árbitros que el arma es viable para participar en la competición.

Una afición "premium"

El tiro de precisión es un deporte elitista que no todo los bolsillos se pueden permitir. Y si bien es cierto que los precios de las armas oscilan -500 euros las más baratas; 7.000 algunas de las que pudieron verse ayer-, el mantenimiento y los instrumentos necesarios para practicar el Benchrest tienen un coste cuanto menos elevado. La munición es buen ejemplo de ello, una caja de 50 balas para una carabina de 22 milímetros puede alcanzar un precio de 17 euros. Teniendo en cuenta que los participantes realizan 25 disparos a las 25 dianas de la cartulina, y varias descargas de prueba, una jornada como la de ayer -con ocho tantas entre las dos modalidades- puede salir por más de 120 euros.