Acostumbrado a pelear por todo hasta el último día, hasta el último minuto, en el vestuario del Balonmano Zamora pocas veces se vivió un final de temporada como el experimentado en Puerto Sagunto. Un punto y aparte diferente, en una última jornada sin tensiones pero también sin posibilidad ninguna de celebración.

Instantes después de finalizar el encuentro de semifinales frente a Fertiberia Puerto Sagunto, los "Guerreros de Viriato" estaban tremendamente tristes y abatidos. Sobre el parqué de "El Ovni", las caras de decepción eran compartidas con una afición que trató de devolver el ánimo a los suyos de todas las maneras posibles. Abrazos, palmadas en el hombro y aplausos rodearon los últimos instantes en pista de un equipo que también salió ovacionado por buena parte de la hinchada valenciana. Los seguidores del anfitrión hicieron gala de gran deportividad y reconocieron el esfuerzo de su adversario antes de que, uno a uno, los jugadores enfilaran el camino a vestuarios.

Poco tiempo pasó el Balonmano Zamora. Sus jugadores salieron con velocidad al exterior para encontrarse con sus familiares, recibir consuelo y empezar a digerir lo ocurrido para llegar a la cena final de temporada en el hotel con otro humor. Físicamente exhaustos pero mucho más enteros.

El domingo, la final era un recuerdo distinto. El paso de las horas amortiguó el duro golpe que supuso el 35-27 de semifinales y la plantilla del Balonmano Zamora recuperó la sonrisa. La superioridad de Puerto Sagunto obligaba a no darle muchas vueltas al último encuentro y el día fue destinado por la plantilla a descansar y disfrutar de la playa en tierras valencianas. Un guion al que ni mucho menos están acostumbrados los hombres de Leo Álvarez pero que hizo algo más ameno el largo viaje de vuelta hasta la capital del Duero.

Fue un final diferente para la plantilla del Balonmano Zamora. Un desenlace con baño, tiempo para las despedidas y una pequeña pausa antes de empezar a pensar en lo que vendrá en la temporada 2019-2020. Una campaña en la que se buscará disfrutar de un final menos descansado pero mucho más feliz.