Vestía el Zamora de rojo y blanco, que no de rojiblanco. Camiseta roja, pantalón blanco, medias rojas. Y en aquel 26 de junio de 2005 la equipación de los hombres de Balta era azul completa. Aparte de esa diferencia, del color de una equipación que hace 14 años traía el buen recuerdo de la eliminatoria contra el Sevilla y que ahora es debutante, el Zamora ha parecido vivir condenado a repetir la historia de Castellón, que aquella primera gran decepción de la parroquia zamorana en este Siglo XXI.

Existe una diferencia importante entre aquel partido en Castellón y el que se jugó este domingo en Haro, que al Zamora le queda una bala en la recámara que está dispuesto a gastar para acabar celebrando un ascenso en San Pedro, con la ciudad volcada por las ferias y fiestas y con un Ruta de la Plata (puesto que el Zamora jugaría la vuelta en casa) que podría llenarse hasta la bandera.

Hace catorce años, cuando el Zamora CF se encaminaba a su segundo play off de ascenso a Segunda División y después de que Aiert Derteano escribiera una hoja brillante en la historia del club con aquel gol en el Sánchez Pizjuán, el Castellón era el último escollo de los jugadores dirigidos por Balta para tocar la Segunda División.

El Ruta de la Plata se vistió de gala, la ciudad se engalanó con banderas en los balcones y se respiraba un ambiente de optimismo y nerviosismo a partes iguales. La afición era el jugador número 12 hasta que el silencio se hizo en el estadio cuando el Castellón se adelantaba. En aquella ocasión fue Castell, hace siete días Joseba García. Trece años y once meses de diferencia y un mazazo parecido. El equipo rival, vistiendo de blanquinegro, en la eliminatoria que decidía el ascenso, en el Ruta de la Plata se ponía por delante. De Castellón a Haro.

Hace 14 años hubo que esperar hasta el minuto 76 para que Aiert Derteano pusiera las tablas en el marcador. Hace una semana Garban lo hacía en el 74. Asiel ponía el 2-1 en el 78 frente al Haro y Curiel, en el 91, casi sin tiempo, desataba la locura frente al Castellón. "La Segunda, ahora o nunca" titulaba La Opinión entonces, "El ascenso se complica" ahora, porque todavía hay una segunda bala.

Con ventaja en el marcador el equipo viajaba a casa de su rival. Desplazamiento masivo, la ilusión desbordada y muchas camisetas rojiblancas en los aledaños de Castalia y de El Mazo. Catorce años de diferencia y varias decepciones por el camino. Llenos absolutos en los estadios y dos goles tempraneros. Manu Busto en el minuto 13 de la primera mitad en Castalia. Un gol en propia puerta en el 33 en El Mazo.

"Un gol, un maldito gol acabó con el Zamora e hizo añicos el sueño del ascenso a Segunda A, un sueño que se escapó cuando se acariciaba" escribió entonces Pechu Antúnez y podría haber firmado lo mismo este domingo Manuel López-Sueiras. Un maldito gol.

Como en Castalia, hace catorce años, la mejor ocasión de los zamoranos llego de falta. Entonces fue Aiert, ahora Carlos Ramos. En ambas ocasiones sin premio y con lágrimas en los ojos de los jugadores, de los aficionados, de quienes se quedaron en Zamora. De Castellón a Haro. El eterno retorno.