-¿Un equipo más modesto pero igual de sólido?

-Tenemos que tener claro el objetivo y creo que un grupo con perfil similar al de este año lograría salvarse, y ese es el primer paso a seguir. Luego, si se puede añadir algo distinto para estar más arriba, mejor.

-Así que el objetivo es salvarse, ¿no?

-O cambia mucho la película o no solo sería el objetivo, sería un enorme éxito. Y es importante tenerlo claro porque perdemos la perspectiva muy rápido. Otros equipos como Cambados o La Roda firmaron un gran año en LEB Plata y luego descendieron. Es normal, no se puede pedir a un equipo que haga proezas cada año con presupuestos siempre inferiores a sus rivales.

-¿Sin más presupuesto es imposible crecer?

-Deportivamente es así. A mí me gustaría que este año haya servido para animar a instituciones, empresas privadas y socios a colaborar con nosotros y ayudarnos a tener unos cimientos más sólidos con posibilidades de llegar a los objetivo o pensar en cotas más altas en un futuro. Ojalá sea así.

-Desde luego, su año ha despertado el amor por el baloncesto en Zamora. Dará pie para ampliar la cantera que ayude al equipo a competir?

-La cantera es un tema complicado que, por lo general, implica dos corrientes de pensamiento. Yo soy de los que piensan que, al menos en el baloncesto, la globalización hace inviable su vertiente deportiva. Hay jugadores de otros continentes que vienen aquí prácticamente por nada para imponer su físico y su talento. Es una selección natural pues, por estadística, es difícil que en Zamora surja un Sango o un Nnamdy. Además, los grandes clubes no tardarían en incorporarlo a sus categorías inferiores como ocurre habitualmente.

Para mi la cantera es la familia que rodea al primer equipo, que le ayuda y le sigue rigiéndose por los valores que identifican al club como el respeto o la educación. Y, si a mayores, da éxitos estupendo.

-Una familia que disfrute junta, como este año.

-Esa es la intención, la meta. Los dos momentos que más orgullo me producen de esta temporada son el último partido de CB Almansa y la fiesta del pasado sábado. En el primero, disfruté porque, por primera vez en décadas, vi al pabellón involucrado e identificado con un equipo al que animó sin descanso y con el que sufrió; en el segundo, el pasado sábado, aluciné con como una iniciativa creada en unas horas daba pie a una fiesta a la que acudieron 200 personas para compartir ocho horas juntos bajo una idea y unos valores. Son momentos a repetir, sensaciones a mantener y que otro año habrían sido imposibles.