Un equipo de montañeros encargado de la limpieza del Everest recuperó cerca de 11 toneladas de desperdicios y cuatro cadáveres que quedaron abandonados en la montaña más alta del mundo desde que Edmund Hillary y Tenzing Norgay Sherpa coronaron por primera su cima hace 66 años.

Una docena de experimentados escaladores sherpas formó el equipo que completó este lunes la limpieza de esa montaña de la cordillera del Himalaya en un operativo promovido por el Gobierno de Nepal y que se inició a mediados de abril.

"Junto con la basura, también fueron recuperados cuatro cadáveres encontrados en los campamentos ubicados en las zonas más altas del Everest, y que fueron trasladados a Katmandú la semana pasada", dijo a Efe el director general del Departamento de Turismo nepalí, Dandu Raj Ghimire.

El proyecto, que implicó una inversión de más de 200.000 dólares, es la mayor campaña de limpieza de la montaña, y la primera impulsada por el Gobierno nepalí, señaló.

La campaña que, aseguró, se seguirá desarrollando responde a "las preocupaciones y críticas de la comunidad internacional en materia medioambiental, sobre que Nepal no ha demostrado compromiso en mantener la belleza del icónico pico".

El jefe del Comité de Control de Contaminación de Sagarmatha, Ang Dorje Sherpa, indicó a Efe que en el operativo se recolectaron alrededor de siete toneladas de desechos en los distintos campamentos del Everest.

A ello se suman otras cuatro toneladas de basura recolectada en el poblado de Lukla, la puerta de entrada al Everest.

Los desperdicios serán trasladados a la base del Ejército de Nepal en el poblado de Namche Bazar, a 3.440 metros de altitud, y después a la capital del país para ser reciclados por la compañía especializada Doko Recycling.

Todo lo recolectado son desperdicios de los cientos de escaladores de distintos países que cada temporada de primavera, entre abril y mayo, la época ideal para el ascenso, gastan miles de euros para conquistar el pico más alto del mundo dejando un rastro de basura a su paso.

Durante los últimos años el Everest ha ido ganando el título del "basurero más alto del mundo", por las toneladas de equipos de escalada, cilindros de oxígeno y desechos humanos de escaladores que murieron en el ascenso, y cuyo cuerpo no fue hallado tras su desaparición.

En 2014, el gobierno impuso a los montañeros que debían volver de la cima con al menos ocho kilogramos de basura, además de sus propios desperdicios.

Antes de cada expedición, cada equipo debe abonar 4.000 euros como depósito que se reembolsará después de que cada escalador entregue la cuota de desechos, pero muchos equipos acaban dejando la basura en la montaña.