El australiano Caleb Ewan (Lotto Soudal) volvió a levantar, dos años después, los brazos en señal de victoria en el Giro de Italia, tras imponerse este sábado al esprint en la octava etapa de la carrera rosa, una jornada de 239 kilómetros de recorrido entre las localidades de Tortoreto Lido y Pesaro

Una imponente kilometrada que hacía presagiar desde el principio un desenlace al esprint, ante el carácter eminentemente plano de un trazado tan sólo salpimentado por algún que otra subida de cuarta categoría en los últimos cien kilómetros.

Puertos como el Monte della Matterra, el Monteluro o el Gabicce Monte que desaconsejaban cualquier intento de aventura, ante la facilidad de los equipos de los velocistas para controlar la prueba. Sin embargo, siempre hay algún valiente dispuesto a romper el guión, en este caso los italianos Marco Frapporti (Androni Giocattoli) y Damiano Cima (Nippo-Vini), que antes de cumplirse el kilómetro diez de carrera ya habían abandonado la disciplina del grupo.

Una fuga, que pese a llegar a disponer de una máxima ventaja de casi seis minutos, nació ya condenada al fracaso, como se comprobó cuando a 40 kilómetros de la línea de meta, un acelerón de Giulio Ciccone (Trek-Segafredo) en busca de los puntos de la montaña, puso fin al cuento de hadas de Frapporti y Cima.

Pero si los equipos de los velocistas esperaban un plácido final de etapa para preparar la "volata" en la calles de Pesaro, se equivocaban. El primero en atacar fue el alemán Ackermann, pero cuando todo parecía destinado al triunfo del germano, surgió la figura del australiano Caleb Ewan, que con su descomunal potencia superó cómo y cuando quiso al corredor del Bora.

De hecho, nadie pudo seguir el ritmo de Ewan, que se alzó con el triunfo por delante de Elia Viviani, segundo, y de un Pascal Ackermann, que desfondado se vio relegado a la tercera plaza.

Un resultado que no varió las primeras plaza de la clasificación general que seguirá liderada por el italiano Valerio Conti.