El equipo juvenil del Numancia llegaba enrabietado al partido que decidía el tercer y cuarto puesto del I Trofeo Ciudad de Zamora tras haber perdido con la Cultural Leonesa (3-0). Los sorianos llegaban con la vitola de favoritos al torneo y no lo habían demostrado en la semifinal de la mañana.

Los platos rotos de esta situación los pagó el Zamora, que se vio avasallado de principio a fin por un equipo inmensamente superior en lo táctico. El buen posicionamiento de los de blanco sobre el campo les ayudaba a cubrir espacio e interrumpir constantemente los intentos de los zamoranos por encadenar dos pases seguidos. Esto, unido a la exhibición desplegada por el 10 rival -David González- con dos goles olímpicos, sentenció a los juveniles rojiblancos (ayer de negro) que acabaron encajando cinco goles y evidentemente frustrados por la incapacidad de poder devolver los golpes que constantemente recibían por izquierda, derecha y centro.

Explicitar los cinco tantos o el mar de ocasiones creado por los numantinos sería excesivamente prolijo, sin embargo profundizar en el entramado táctico presentado por el equipo visitante es cuanto menos fascinante.

Los tres primeros goles se produjeron como consecuencia de la presión alta que presentó el equipo de Carlos Ortega y la precisa, a la par que trabajada, ocupación de espacio de sus centrocampistas. Es decir, el Zamora intentaba sacar el balón jugado - una actitud que manifiesta valentía a tenor el potente rival al que se enfrentaban- pero la presión de los delanteros, apoyada por una posición siempre acertada del centro del campo numantino, producía que rara vez los zamoranos consiguieran superar la medular del campo sin perder el esférico. Los medio centros zamoranos, siempre cubiertos, no conseguían romper y auxiliar sus centrales facilitándoles una línea de pase, en consecuencia los defensas rojiblancos estaban obligados a realizar heroicidades no solo rompiendo en carrera la primera línea de presión (la delantera numantina), sino que -ante la imposibilidad de conectar con los centrocampistas- tenían la urgencia de tener que solventar la segunda línea de presión numantina; lo dicho, un imposible, una gesta hercúlea.

Básicamente esta coyuntura marcó el devenir del choque desde el minuto uno, provocando numerosas pérdidas en salida de balón y provocando el 0-1 (min. 5), el córner que derivaría en el 0-2 (min. 17) y 0-3 (min. 29). Los visitantes robaban, aprovechaban para triangular con un zamora deslavazado y los hombres de segunda línea (véase el centrocampista Óscar García y el lateral Ceínos) para sorprender con un pase atrás para rematar a placer.

La segunda parte el numancia optó por contemporizar y el Zamora por el balón largo. No sufrió tanto el Zamora, pero todavía recibiría otros dos goles y sumaría una única ocasión que no pudo aprovechar. El Zamora finaliza cuarto tras ser superado holgadamente por el Numancia y, sobre todo, tras caer con poca fortuna en los penaltis en la semifinal contra el Santa Marta.