El Caja Rural goleó ayer a la Arandina en el encuentro correspondiente a la vigésimo primera jornada de la Liga Gonalpi. Un choque que no pasará al recuerdo por el marcador, aunque fuera de 7-0, sino por su extraña conclusión. El duelo fue suspendido por el colegiado cuando se llevaban pocos minutos del segundo acto debido a la falta de jugadoras visitantes para afrontar el tramo final del envite. Un sorpresivo desenlace que deja a las zamoranas pendientes de sumar los tres puntos, ya que será el Comité de Competición de la Federación de Castilla y León quien dictamine como se puede resolver la contienda.

La tragedia se mascaba desde mucho antes del pitido inicial. La Arandina, un conjunto con más de una veintena de jugadoras, afrontaba su visita a Zamora con muchas bajas. Ausencias que mermaban una convocatoria en la que, finalmente, no había ni efectivos para completar el once inicial. Con diez futbolistas saltó al campo la escuadra burgalesa, que ya en el duelo de la primera vuelta y sin tantos problemas había cedido por goleada ante las de Nacho Merino. Diez valientes pues, con un precedente tan ilustrativo y en esas circunstancias, la victoria zamorana no se ponía en cuestión.

Tardó en llegar el primer gol de las zamoranas, que se adelantaron por mediación de Lucía Rodríguez cuando se rondaba la media hora de juego. Pero, a partir de ahí, la Arandina fue acumulando tantos en contra sin poder hacer nada. Las burgalesas, que ya se habían quedado con nueve por una inoportuna lesión, eran presa fácil del Caja Rural.

Pese a que la cuenta local no parara de aumentar, cabe decir que las de Nacho Merino no quisieron nunca comprobar hasta donde podían elevar su renta. Todo lo contrario, ante un rival herido y pertrechado en su campo, se dedicaron a tocar el balón con calma de un lado a otro. Un monólogo tedioso para el espectador ávido de emociones pues, pese al buen fútbol local, la Arandina apenas se resistía. Es más, las visitantes empezaron, sospechosamente, a acumular lesiones y a quedarse aún con menos jugadoras sobre el césped a medida que los goles fueron llegando.

Con semejante guion en escena, no hacía falta ser adivino para ser como iba a terminar la obra que se representaba en la Ciudad Deportiva. El Caja Rural llegaba al descanso con 4-0 a su favor y la Arandina con siete jugadoras sobre el campo. Guarismos destinados a cambiar en el segundo acto.

Lógicamente, el Caja Rural siguió a lo suyo. Acumuló el balón, trenzó buenas jugadas y, de vez en cuando, tiró a puerta para ampliar diferencias. Enfrente, la Arandina asistía impávida a un festival que, de querer el conjunto de Nacho Merino, hubiera sido memorable.

El marcador subió como la espuma. En apenas diez minutos se había pasado del 4-0 al 7-0 y, por ello, no fue de extrañar lo que pasó cuando se llegaba a la hora de partido. Un disparo local impactaba sobre una defensora de la Arandina y esta caía fulminada al suelo. La jugadora, a la que el cuero impactó en el estómago, tenía que ser atendida sobre el terreno de juego y señalaba que no podría continuar sobre el campo.

La negativa de la visitante a seguir jugando llevó a la Arandina a quedarse con menos de siete futbolistas sobre el verde y, por consiguiente, forzó al colegiado Pedrón Alfonso a suspender la contienda con 7-0 en favor del Caja Rural en el marcador.

Ese pitido final anticipado deja en el aire el triunfo zamorano pues tendrá que ser el Comité de Competición quien decida si el encuentro se reanudará desde el punto en el que fue suspendido o se le dará por perdido (por 7-0 o 3-0) a una Arandina que, posiblemente, sea sancionada por este hecho.