El Zamora CF cerró ayer una vuelta completa sin perder, pero lo hizo en un encuentro en el que, a pesar de las múltiples ocasiones que protagonizó, no pudo pasar del empate en casa del Real Ávila. Estas tablas, unidas al triunfo de la Arandina, relega a los rojiblancos a la segunda posición de la tabla, con los mismos puntos, eso sí, que los burgaleses que ahora mismo lideran el ranking. El encuentro tuvo dos partes distintas, una primera en la que los de Movilla las tuvieron de todos los colores, pero en la que dejaron patente una falta de efectividad que pareció olvidada ante el Júpiter leonés, y una segunda más equilibrada en la que los zamoranos se adelantaron con un gol de Asiel, y después los abulenses, con el zamorano Garretas en sus filas, ponían la igualada desde los once metros.

Quiso el partido para sí el Zamora desde el primer minuto y no tardó en demostrarlo en una primera mitad que fue un monólogo absoluto de los de David Movilla, que se lamentarían por su falta de puntería, pero sobre todo por el acierto de Alberto, que sostuvo a los suyos posiblemente en la peor primera mitad de los encarnados. El 0-0 al descanso era una sorpresa para todos visto lo que ocurrió.

Porque lo que ocurrió es que desde el primer minuto el Zamora saltó a por todas.

El cuadro de David Movilla había llegado al Adolfo Suárez con el colmillo afilado. Carlos Ramos, en una falta lejana, probó a Alberto. Primer aviso serio. Le costó blocar. No era una tarde para nervios. No los tuvo cuando Sergio García aprovechó las dudas de la defensa para hacerle frente. Su disparo, mordido, lo despejó el portero encarnado, que empezaba a ser protagonista. La respuesta, Ruben Ramiro. No le quemaba el esférico al madrileño, con ganas ante Alcañiz, Asiel y Chete, última línea de defensa de los zamoranos. La primera Fer, un pulmón para los de Movilla, que no dejaban respiro a los encarnados.

Se miraban los encarnados entre sí buscando una solución. Que el Zamora no mandara en el marcador era la mejor noticia para los de Jonathan Prado, que buscaba soluciones. Cambio a Edu de banda tratando de parar a Coque. Se contuvo el lateral, pero no el Zamora, que despediría la primera mitad con una última ocasión en la que Dani Hernández no llegó a rematar con claridad cuando Sergio García se deshizo de Llorián y lanzó el centro, que se paseó por la línea de gol.

El vestuario templó el vendaval de los zamoranos, pero no su peligro. Había merecido el gol en la primera mitad, pero lo encontró en la segunda. Había bajado las revoluciones, pero anda sobrado de recursos y en el 50 inauguraba el marcador (0-1) cuando Asiel superaba a todos en el área a saque de córner. Su remate fue tan espectacular como la falta de oposición que encontró para batir a Alberto.

Había mejorado el Real Ávila en la segunda mitad. No era complicado vista la primera mitad de los locales, que no llegaron a disparar a puerta. El primero llegaría en la segunda mitad cuando Obispo lanzaba desde fuera del área.

El Zamora siguió a lo suyo. Tapó bien el palo Alberto cuando Sergio García, en su enésima oportunidad, quiso encontrar el gol. No se fiaban los de Movilla, que buscaron el segundo. El Real Ávila el primero. Chete se cruzó a la perfección cuando Peli rompió la línea en busca del mano a mano. Villanueva se cruzaría ante Rubén Ramiro -minuto 59- cuando Sergio Ramos filtró el pase al hueco y el extremo quiso meter la puntera. El Real Ávila parecía otro. Ahora sí parecía en condiciones de plantar cara al Zamora. Juli lo intentaría de chilena. En tres minutos, tres ocasiones. Ahora sí funcionaban los encarnados, que se encontraron con la suerte del palo cuando Carlos Ramos -minuto 64- la enganchaba con una dureza tremenda. Golpeó a la madera, a la cabeza del portero y en el rechace Garban no pudo enganchar el disparo.

Y del palo, al empate. Se lo cocinó Rubén Ramiro, que en la bicicleta recibía el pisotón de Chete. Lo tuvo claro, cogió el balón, tomó la responsabilidad y superó a Villanueva y la maldición de los encarnados desde los once metros para hacer el empate (1-1) y colocar el partido en un escenario muy diferente. Porque ahora eran los locales los que parecían lanzados.

Empezaba un nuevo partido. Y muy vivo. Porque nadie parecía dispuesto a especular. Especialmente Rubén Ramiro, dispuesto a detonar el partido en un tramo final de mucha tensión -se pidió la roja por agresión por detrás de David López a Llorián- en la que ninguno de los dos lograría romper el empate en un tiempo de añadido en que ambos tendrían la oportunidad de hacerlo.