La selección española de balonmano demostró su condición de serio aspirante a coronarse campeón mundial tras imponerse ayer por 32-25 a Islandia, en un encuentro en el que el conjunto español demostró haber llegado al torneo en plena madurez.

Una solidez que le permitió superar su dubitativo arranque de partido, en el que los "Hispanos" volvieron a verse lastrados por la falta de acierto en el lanzamiento que ya deslució su victoria ante Baréin. Pero ni aun así dejó de buscar a sus jugadores de segunda línea el equipo español, sabedor de que tarde o temprano los extremos y pivotes demostrarían la efectividad que les ha situado entre los mejores del planeta como acabó sucediendo.