El pequeño mono remendado una y otra vez por su madre, su primera licencia, los trofeos que le coronaron en el karting y en la F1 o el Minardi con el que hace 17 años debutaba en la categoría reina del automovilismo. Todo en el vídeo que difundió ayer Alonso para anunciar su despedida tiene un motivo. Todo tiene un porqué.

El adiós del ovetense estaba más que meditado, como lo demuestra el comunicado oficial de McLaren y las palabras de su jefe ejecutivo, Zak Brown: "Respetamos su decisión pese a que creemos que físicamente está en el mejor momento de su carrera. Nuestro diálogo abierto con Fernando ha hecho que podamos hacer frente a esta eventualidad". Reflexión que deja entrever que en la escudería de Woking llevan tiempo preparándose para el cambio. Ahora la puerta está más abierta que nunca para la llegada de otro español, Carlos Sainz Jr.

Pero volvamos al vídeo y a Fernando Alonso. Su locución es pausada, serena y medida -exactamente idéntica a la versión en inglés-. Pero si algo realmente llama la atención es la puesta en escena, las imágenes que acompañan sus palabras le dan aún más fuerza al mensaje del bicampeón (aunque realmente deberíamos decir mensajes, en plural).

"Juntos hemos pasado muy buenos momentos, algunos inolvidables". Como inolvidables serán para los aficionados el R-25 y el R-26. Unas palabras de Alonso que vienen acompañadas de los dos Renault con los que el asturiano se coronaba en 2005 y 2006. Dos monoplazas que, a su vez, se dejan contemplar al lado de los dos trofeos de campeón que acreditan el histórico logro.

Pero Alonso también tiene recuerdos que no son tan buenos. "Otros realmente malos" dice, mientras cobran protagonismo dos fotografías; una del malogrado Jules Bianchi -amigo personal de Alonso fallecido en 2015 tras un desafortunado accidente en el Gran Premio de Japón de 2014- y otra del brutal choque sufrido por el propio Alonso en Australia en 2016. Un accidente que apunto estuvo de costarle la vida al piloto carbayón.

El de Bianchi no es el único recuerdo de para un piloto. Fernando también hace un guiño a su "archienemigo", aquel que hizo que sus mundiales fuesen aún más épicos. "Hemos jugado juntos frente a rivales increíbles" dice mientras, entre todos los cascos, mira fijamente al de Michael Schumacher.

Pero los metamensajes del piloto ovetense van más allá. Su paso por Ferrari queda resumido en un lacónico "has jugado conmigo y yo también aprendí a jugar contigo". Y para que no haya dudas de a quién van dirigidas sus palabra el Cavallino Rampante -emblema universal de la escudería italiana- se desvanece antes de pasar al siguiente recado, que empieza con la imagen de un motor.

"Te he visto cambiar, unas veces para bien y otras -en mi opinión- para mal". Palo en este punto para las altas esferas. Recado para los mandamás de la Fórmula 1 y la FIA (Federación Internacional del Automóvil) por una de las más polémicas y radicales modificaciones sufridas en la reglamentación en los últimos años; la entrada en vigor -allá por el 2014- de la normativa que derogaba el mítico motor V8 atmosférico de 2,4 litros por V6 turbo de 1,6 litros. (Y, por consiguiente, los obligados cambios aerodinámicos).

Pero dejar la Fórmula 1 no parece que sea sinónimo de abandonar los circuitos. Llegados a este punto, Alonso deja abierta la puerta de su futuro: "Hoy tengo otros retos más grandes", asegura mientras camina con la mirada puesta en el horizonte entre los cascos con los que corrió en Daytona -el de color blanco- y el que utilizó en las 500 millas de Indianápolis -el de color negro-. Sin olvidar que este fin de semana, de vacaciones para la F1, el ovetense deberá afrontar en Silverstone una nueva prueba del Mundial de Resistencia (WEC) después de haber vuelto a hacer historia ganando las míticas 24 horas de Le Mans.

Y llegamos así a la despedida de la despedida. La frustración de quien se siente privado de algo que esperaba -y sin duda merecía- se vuelve nostalgia para reforzar aún más su dolido adiós. "Este año pilotando a mi mejor nivel es como quiero recordarte", sentencia Fernando Alonso mientras el MCL33 -nombre con el que se conoce al McLaren de 2018- se aleja del punto de partida.

Y antes de echar el cierre el recuerdo para sus equipo y sus gentes, sus ingenieros, mecánicos, jefes de prensa, cocineros, camareros... Agradecimiento implícito del campeón vestido con sus ropas de trabajo. La de Minardi, Renault, McLaren, Ferrari y también Kimoa -su marca personal y que podría ser otro guiño al futuro-.

"Sé que me quieres. Y tú también sabes que te quiero". Se cierra el telón... De momento.