Mario Mandzukic pasó de héroe a villano. Su imagen arrollando a un fotógrafo, tras marcarle a Inglaterra en la semifinal, dio la vuelta al mundo. Ayer, volvió a entrar en la historia: se convirtió en el primer futbolista de la historia en marcar un gol en propia puerta en la final de un Mundial.

Fue una acción desgraciada, tras el saque de una falta rigurosa servida con malicia por Griezzman. El croata despistó a Subasic. Fue a la postre, el principio del fin de Croacia.

El jugador de la Juventus luchó contra la adversidad. Su entrega y fe tuvo premio, cuando ya todo estaba decidido. En el minuto 68, fue a presionar una cesión de Umtiti a Lloris. El portero quiso lucirse más de la cuenta y lo aprovechó Mandzukic para recortar diferencias.

Fue una acción parecida a la que le encumbró en la semifinal. Contra Inglaterra, el croata fue más rápido que Stones, que se quedó clavado en el sitio. Ayer, sacó ventaja de la lentitud del arquero galo. Y de paso logró marcar en las dos porterías, que eso tampoco lo ha hecho nadie.

Por lo demás, luchó, luchó y murió en la orilla como el resto de sus compañeros. Como Rebic, que entró a la cancha para echarle un cable en el minuto 70, "Super Mario" tampoco pudo aprovechar ninguno de los centros colgados al área. Habría pasado desapercibido de no ser por el gol en propia puerta.