Los planes, a veces, están para incumplirlos. Lo hizo Bélgica, que cambió sus planes después de que la estupenda selección de Japón le clavara en un abrir y cerrar de ojos dos goles como dos soles nacientes. Un equipo en el que juegan Hazard y De Bruyne tiene que jugar como cualquier equipo en el que jueguen dos futbolistas tan descomunales como De Bruyne y Hazard. Pero si el equipo rival marca dos goles, y encima juega bien, cambiar de planes es una buena idea.

Bélgica cambió sus planes, marcó dos goles de cabeza y otro gol, el de la victoria, al contraataque y en la última jugada del partido. Es lo que tiene multiplicar los planes de juego, que muchas veces también producen la multiplicación de los peces del gol. Los planes y los peces.

¿Habrá aprendido la selección española la lección belga? Los futbolistas españoles jugaron todo el Mundial dándose pases unos a otros en el medio del campo, olvidando que en el fútbol hay una parte de atrás y sobre todo, cuando el equipo rival se limita a esperar y esperar, una parte de adelante. Hay equipos que desprecian el centro del campo tanto como el filósofo Hegel despreciaba la filosofía medieval, hasta el punto de que el autor de la "Fenomenología del Espíritu" decía que había que recorrer la Edad Media con botas de siete leguas para pasar rápido de la filosofía griega a Descartes. Pero España optó por un sistema de juego poco hegeliano que consistió en regodearse en la Filosofía medieval, preguntarse por el ente y la esencia, discurrir acerca del valor de los universales e intentar probar racionalmente la existencia del Dios del tiqui-taca. No nos fue bien, claro. Recorrer el terreno de juego con botas de siete leguas para pasar los más pronto posible de la defensa al ataque es algo que funciona bien en equipos como el Atlético de Madrid de Griezmann. Pero la selección española no tiene un Griezmann.

Pasarse la vida en el medio del campo dando toquecitos al balón es como querer vivir en la Edad Media ignorando que existió Descartes. ¿Por qué España no cambió sus planes medievales para intentar multiplicar los peces frente a Rusia y fabricar al menos un par de ocasiones del gol dignas de ese nombre? Los rusos se limitaron a defender a la manera clásica, y en ningún momento se les pasó por la cabeza jugar al fútbol medieval ni, mucho menos, moderno. Les fue bien. Enhorabuena. Pero España no es Rusia, y ni puede ni sabe jugar como Rusia.

El orden está muy bien, y a veces sirve para llegar lejos en un Mundial (en la bandera de Brasil -precisamente Brasil- se lee "Orden y Progreso", una frase de Auguste Comte que resume la esencia de la filosofía positivista). Pero no hay que confundir orden con inmovilismo, con el seguimiento a rajatabla de un plan divino. Como dijo Pierre-Joseph Proudhon, la libertad no es hija del orden, sino su madre. Libertad para pasar de jugar al fútbol a la manera de Hazard a marcar goles de cabeza casi a la desesperada. Por eso el partido Bélgica-Japón fue tan bonito y emocionante, porque fue un partido alegre, libre y ordenado en el que se multiplicaron los planes y los peces. Un partido más bonito y emocionante que el Brasil-México y, por supuesto, a años luz del partido España-Rusia.

"Zorba, enséñame a bailar", le dice Basil a Zorba (interpretado por el gran Anthony Quinn) en la película "Zorba, el griego". Basil, al final, lo entendió todo. Hay que aprender a bailar como Zorba. "Bélgica, enséñanos a bailar", tendrían que decir los técnicos españoles cuando llegue el momento de replantearse las cosas. Enséñanos a multiplicar los planes para poder comer peces.