Seguramente, Carlos Garrote guardará por siempre en su memoria el presente junio como uno de los mejores meses de su vida. No es para menos, el zamorano ha conseguido en un mes ganar dos de las citas más importantes del calendario internacional de piragüismo. Primero, hace unas semanas, se impuso en la prueba de K-1 200 metros del Campeonato de Europa en Belgrado; y, ayer, en la misma modalidad de los Juegos Mediterráneos que se están disputando en Tarragona. Dos triunfos que cercioran una realidad velada hasta no hace mucho: A día de hoy, tanto el futuro como el inmediato presente español de la velocidad sobre una piragua pasa directamente por sus manos.

No dejó lugar a dudas de su talento del zamorano en Tarragona, estrenando su reinado continental en K-1 200 metros sin dar opción alguna a sus rivales. Ni en la serie de clasificación que bordó el pasado sábado ni en la final, celebrada en la mañana de ayer, en la que volvió a arrasar en una regata en la que midió nuevamente sus fuerzas con varios de sus adversarios más duros en Europa.

A diferencia de lo que ocurriera en Belgrado, sobre las aguas de Tarragona era Garrote el gran favorito al oro. Su reciente título europeo le señalaba como el rival a batir y, lejos de acusar la presión, demostró que subir a lo más alto del podio en el Campeonato de Europa ha terminado por otorgarle ese punto de confianza que le faltó en otras temporadas. Ese intangible que, sin embargo, se deja notar de forma rotunda en competición.

En la pelear por la victoria en los Juegos Mediterráneos ese detalle de confianza plena tuvo lugar al inicio de la prueba. Al contrario que hace tres semanas en la pelea por el oro europeo, Carlos Garrote firmó una salida brillante en Tarragona. Un arranque demoledor con el que evitaba tener que luchar contracorriente y dejarse la piel para remontar. Ayer, los esfuerzos estaban destinados a mantener la primera plaza, a dejar claro quién manda en K-1 200 metros.

No solo la entrega del zamorano le permitió mantener hasta la línea de meta la primera plaza, sino que con cada enérgica palada evidenciaba un estado de forma superior al de todos sus contendientes. Tanto fue así que, el serbio Dragosavljevic -el rival más acérrimo de Garrote sobre las aguas- no pudo evitar perder hasta medio segundo con respecto al español. Una diferencia más que notable fruto del gran tiempo (34.148) con el que el palista zamorano sumaba un nuevo oro a su palmarés. Una medalla que celebró con brazo en alto, marcando con su dedo el número uno. El lugar que, ahora mismo, le pertenece por derecho como piragüista más veloz del momento.

España no falla

Con el triunfo de Carlos Garrote, el piragüismo español completó ayer una jornada realmente impresionante en los Juegos Mediterráneos de Tarragona 2018, ya que lograron cuatro medallas de oro de las cinco finales que disputaron en el Canal Olímpico de Castelldefels. Solo en K-1 500 metros femeninos España se quedó sin metal, ya que además de Garrote, la dupla Marcus Walz y Rodrigo Germade, Teresa Portela y Roi Rodríguez también subieron a lo más alto del podio.