Salvo sorpresas, nunca descartables en estos terrenos futbolísticos, la Champions parecía haber tomado una clara orientación tras los encuentros de ida de cuartos de final. Había cuatro favoritos tras los primeros noventa minutos, que sin dejar cerrado el cuarteto de semifinalistas sí lo perfilaban de modo bastante claro. Ayer se cumplieron los primeros trámites.

Hoy entra en escena el Sevilla, que es sabido que no se rinde, pero ese 1-2 para viajar a Baviera es un equipaje muy pesado, igual que lo fue la ausencia de Banega en el Pizjuán. No tienen los hispalenses el fondo de armario que los germanos y hay ausencias que se hacen notar tela, como se dice por allá. Heynckes supo mover sus recambios con sabiduría y dejó la eliminatoria muy favorable al Bayern. Un entrenador amante de la seriedad, la puntualidad, la concentración (móviles fuera de los vestuarios) y que cambió cosas importantes a la llegada al banquillo; los resultados están a la vista.

Qué se puede decir del futuro inmediato del Madrid en Champions, que no haya quedado escrito ya sobre el césped de Turín. El 0-3 no deja muchas opciones a los piamonteses que además no contarán con Dybala, y los blancos hasta se benefician de la sanción a Ramos que así pasará ronda limpio de tarjetas; aunque la falta del capitán en el eje de la zaga haya traído algunas apreturas, pero parece que finalmente Vallejo será de la partida y que no habrá que recolocar a Casemiro. Del momento depredador de Cristiano está casi todo dicho, hay muy poco que se pueda añadir. Bale está más fuera que dentro en todos los sentidos, Zidane todavía le hará algún guiño pero parece caso cerrado, pese a que Barnett, su agente, no lo quiera ver así. Esta noche Zinedine ejercitará su proverbial mano izquierda: Isco está en la cresta de la ola y Lucas y Asensio es de esperar que sigan presentando sus credenciales. ¿Y Benzema? Interesante cuestión. Apuesten a que sale.