Con las dudas recientes del Atlético y el Real Madrid, una distancia para ambos de ocho puntos con el líder Barcelona, irrumpe hoy un derbi a presión, el primero en el Wanda Metropolitano, sin margen de error para ambos contendientes.

Ninguno de esos factores permite un fallo más ni al Atlético ni al Real, de nuevo reencontrados en esa sucesión de revanchas y partidos transcendentales de los últimos años, ya 24 en la era Simeone, la que ha reequilibrado el derbi, con diez triunfos blancos, ocho rojiblancos y seis empates.

Es un derbi clave, mucho más de lo que se podía presuponer a estas alturas del torneo, la duodécima jornada, porque, mientras el club azulgrana apenas ha cedido dos puntos, el Atlético, aún invicto en el campeonato, ha empatado cinco de sus once partidos y al Real Madrid ya se le han ido diez de los 33 puntos disputados.

No es el mejor momento de ambos colectivamente pero tampoco individualmente, porque ambos aguardan el mejor nivel de jugadores determinantes.

Lo hace el conjunto rojiblanco con Griezmann, atascado en su peor racha goleadora con el Atlético y que ya va por los siete encuentros consecutivos sin batir la portería rival, y el club blanco con su compatriota Benzema y Cristiano Ronaldo alejados de su tradicional eficacia en el remate.

Los tres asumen el foco de los goles en el primer derbi en el estadio Wanda Metropolitano, que estará lleno para la cita y para animar a un Atlético mermado por su propia irregularidad. Lleva tres empates y una derrota en sus últimas cuatro comparecencias ante su público, aunque ha contado con 14 días para preparar el duelo.

En ese tiempo, ha recuperado a Koke, Carrasco y Filipe Luis, dejando sin un solo nombre su lista de lesionados para entrenarse a tope de cara al desafío blanco.

Koke volverá directo al once, ya ultimado por Simeone, que propone variaciones tácticas: Griezmann será el único delantero y Thomas Partey estará en el medio junto a Gabi Fernández y Saúl Ñíguez y Ángel Correa, que jugará hacia la banda derecha.

En la defensa repetirá Lucas Hernández pese a la recuperación de Filipe Luis, enfrentándose así a su hermano Theo por la banda. Juanfran Torres, Savic y Godín completarán la defensa con la que contará el meta Oblak.

Enfrente, el Real Madrid llega con la presión de verse obligado a ganar. La intenta esquivar públicamente Zidane, pero basta con mirar la clasificación para ver que los ocho puntos de ventaja del Barcelona, once si vence en Leganés el equipo de Valverde antes del derbi, es una distancia que ningún equipo logró remontar en la historia de la Liga. Once sería un reto mayor.

La irregularidad liguera en el Bernabéu contrastaba con la fiabilidad a domicilio. Todo se torció por un exceso de confianza en Montilivi, una lección aprendida por la relajación ante el Girona, que tumbó al vigente campeón y le cortó su récord de victorias consecutivas a domicilio.

La baja de Bale permite a Zidane aumentar un miembro el centro del campo y dar el mando a Isco en un momento de liderazgo indiscutible. Junto a él, se espera que brillen Cristiano y Benzema en un día decisivo para el 4-4-2 que alineará el técnico galo con Casilla bajo palos por primera vez en un derbi en el que se espera el equipo de gala blanco para asaltar el Wanda Metropolitano. Un once en el que solo faltará Bale y que, como el del Atlético, vivirá hoy un nuevo derbi, uno de alta presión.