Esto del fútbol, y en concreto si juega el Real Madrid, hay que analizarlo desde tres prismas diferentes: el juego, la retransmisión televisiva (incluye locutores y realización) y labor arbitral.

Sobre el juego, nada que decir el sábado contra el Levante. Se jugó mal y punto. Sin fluidez, con dos delanteros (Benzemá y Bale) que por ahora se han rendido al tedio. Con un Marcos Llorente algo verde y un experimento de Marcelo de volante izquierdo que no ha resultado satisfactorio. Carvajal, nervioso como desde el primer partido oficial y un Casilla al que no se le debe perdonar que le manden un saque de banda al área pequeña y no sea capaz de salir y blocar el balón. Entre las buenas noticias algo de Asensio, la irrupción infatigable y poderosa de Theo Hernández y la seguridad de que estar bien en septiembre es sinónimo de no ganar títulos.

Las imágenes de TV empiezan a ser ya "cascantes". Cientos de repticiones que no ofrecen nada nuevo y que lo único que consiguen es no conseguir ver lo que ocurre en el campo cuando el juego está parado cuando a veces es mucho más trascendente que cuando la pelota está en movimiento. Eso unido a los comentaristas, sosos y malos (reconozco que me gusta zumbarle a Valdano), hacen de las retransmisiones una locura en la que el espectador, que debería ser un privilegiado, no consigue enterarse de los que sucede en el campo y, menos aún, si se fía de lo que dice el narrador; un tipo con ciertos aires culés.

La tercera pata de este banco es la labor arbitral. Si criticas al árbitro es porque tu equipo no ha ganado y quedas mal. Pues déjenme quedar mal. ¿Hernández Hernández? El trencilla del sábado en el Bernabéu volvió por sus fueros y no contento en anular un gol legal a Bale en el Camp Nou hace dos años, se atrevió ayer a comerse dos penaltis a favor el Madrid Uno a Ramos y otro a Theo) y encima poner cara de soy el Travolta de esta discoteca y a mi nadie me tose. De todas formas, nada nuevo bajo el sol.

Para terminar sólo un apunte: creo que un equipo de Oviedo empató en Gijón. Vaya, vaya las cosas no empiezan como se esperaba.