Quince años y mil y una historias. Entre el gol de Pedro Pascual al Orense en el partido inaugural y el remate de Dani Hernández en el encuentro del domingo frente al Becerril, el Ruta de la Plata ha sido testigo de triunfos y fracasos futbolísticos y de diferentes eventos organizados en la ciudad, como la Europeade del 2006, que tuvo como epicentro el estadio que hoy cumple quince años. El 1 de septiembre del 2002, el primer partido de la temporada del Zamora CF sirvió como corte de cinta de una infraestructura pensada para acoger el crecimiento de un club llamado a alcanzar la Segunda División, con José María Casas al frente y el Ayuntamiento gobernado por Vázquez como valedor.

De hecho, en sus primeros años de vida, el Ruta de la Plata acogió varios play off de ascenso a la categoría de plata. El primero, en la misma temporada 2002-2003. De aquella experiencia finalmente frustrada quedarán para el recuerdo la exhibición de Aiert y Curro Vacas ante el filial del Athletic (4-2), con Aduriz, Iraola y Ernesto Valverde como técnico en las filas visitantes, y la agresión de la grada al guardameta del Algeciras Iñaki, que mandó al equipo al exilio del Helmántico. Los andaluces, además, ascendieron.

Poco antes, el 1 de abril del 2003, el Ruta de la Plata vivió otra noche histórica. Con siete meses de vida, el estadio se llenó para recibir a la Selección sub 21. España ganó 5-0 a Armenia, con goles de Arteta, Portillo (2) y dos tantos en propia meta. En un duelo inimaginable en un recinto como La Vaguada, los zamoranos pudieron disfrutar de la presencia, entre otros, de los futuros campeones del mundo Reina y Xabi Alonso.

Dos temporadas más tarde, en la 2004-2005, la afición sintió más cerca que nunca la posibilidad de alcanzar el gran objetivo del ascenso. La remontada ante el Castellón, con tantos de Aiert de penalti y de Curiel en una volea inolvidable, mandaron al Zamora CF a la vuelta con la posibilidad de firmar un empate que hubiese valido el salto a Segunda. No pudo ser. Desde entonces, los rojiblancos no han vuelto a ganar un partido de fase de ascenso como locales.

De aquel trauma de Castalia al sueño del FC Barcelona. El 3 de enero del 2006, el equipo entrenado entonces por Frank Rijkaard visitó el Ruta de la Plata inmerso en una racha de victorias que resultó ser el preludio de la segunda Copa de Europa para los catalanes. Aquel era el Barça de Ronaldinho, de los zarpazos de Eto'o y de la magia incipiente de Messi. Ninguno de ellos estuvo en Zamora. Sí Andrés Iniesta, Van Bommel o Puyol, aunque los goles los pusieron Gio, Márquez y Giuly. Eso sí, nadie robará a los aficionados rojiblancos la media hora en la que los suyos sometieron al poderoso gracias a la habilidad de Xaco, que batió a Jorquera en el minuto 3 de una eliminatoria de Copa del Rey que resultó el final de la aventura de los hombres de Raúl González. Antes, la Real Sociedad y el Eibar habían caído en el coliseo zamorano, con Vilches y José Luis como protagonistas de los penaltis decisivos.

La última gran temporada de los rojiblancos en la década más brillante de su historia llegó en el 2008. De nuevo, a un paso de Segunda A. El hermanamiento con el Linares y la polémica con el Rayo Vallecano de Teresa Rivero marcaron un play off en el que de nuevo la suerte fue esquiva. Al año siguiente, el Villarreal B no dio opción y, para entonces, el desencanto se había apoderado de una buena parte de la afición.

Los años siguientes estuvieron marcados por la crisis económica del club y el consiguiente cambio en los objetivos. La permanencia pasó a ser la exigencia y la asistencia bajó. Se empezó a hablar de los 2.000 de siempre. En el 2013, solo la raza de una plantilla muy zamorana evitó el descenso en el play out. Dos campañas más tarde, la derrota ante la Cultural en la última jornada arrojó a los rojiblancos al pozo de Tercera. El estadio conoció el grupo VIII.

La directiva encabezada por Segismundo Ferrero confió en hacer un viaje de ida y vuelta, pero el Mancha Real y la Mutilvera asaltaron el Ruta de la Plata sin miramientos y, de nuevo la economía, obligó al club a asumir que no habría más proyectos para pasar por encima de nadie. Quince años han pasado y el estadio ya no sueña en plata; lo hace con volver a vibrar en Segunda B y con atraer de nuevo a los zamoranos a su seno. Para ello, tocará remar y esperar.