Luis Feliz vivió la pasada semana uno de los grandes momentos de su carrera deportiva muy lejos de su Villalpando natal. Concretamente en Kalmar, Suecia, ciudad hasta la que viajó para participar en su Ironman. Una prueba de resistencia extrema en la que tomó parte dentro de la categoría PRO y en la que acabó en una increíble undécima plaza, cruzando la línea de meta junto a las grandes figuras mundiales de este deporte.

En una de las pruebas más duras que existen, con 3,8 kilómetros de nado, 180 kilómetros de bicicleta y 42 kilómetros de carrera, Feliz consiguió cruzar la línea de meta con un crono inferior a las nueve horas (8.53), algo que en su momento "no podía creer". "Ahí estaba lo que llevaba años pidiendo, un ironman sin complicaciones, en el que solo apretar los dientes...", recuerda de una experiencia única iniciada mucho antes de la salida.

"Este Ironman ha sido un gran viaje, un conjunto de vivencias con compañeros de fatiga y amigos lleno de esperanza e ilusión", reconoce, apuntando que el objetivo nunca es otro que "superarnos a nosotros mismos".

La aventura de este zamorano nacido en Villalpando arrancó el 16 de Agosto en Madrid, fecha en la que se embarcó hacia Copenhagen junto a la expedición asturiana del CN Ciudad de Gijón. Con ellos compartió "cuatro horas de furgoneta repletas de risas e incertidumbre sobre lo que nos esperaba en Färjestaden". Una localidad en la que, nada más llegar, empezó la última fase de preparación con "un trote de 20 minutos pese al cansancio acumulado del viaje".

El jueves, Feliz y sus compañeros dieron "una vuelta en bici para reconocer el circuito", una actividad importante para su gran actuación pues le permitió tomar importantes notas sobre Kalmar. Un paraje que el zamorano califica entre risas como "el lugar donde se fabrica el viento".

Uno de los importantes momentos de cara a la carrera para Luis fue el viernes, "día en el que no había más opción que madrugar para acostumbrar el cuerpo y hacer algo de ejercicio para activarse", aunque la mala climatología hizo que él y sus compañeros optaran por la carrera en lugar de la bicicleta, como tenían planeado por la mañana. Mientras que, por la tarde, llegó la hora de asistir al "breafing" y hacer el "check in". Formalismos a los que siguió la preparación para la carrera. "Cena temprana, empacar bien y dormir para llegar descansado a la cita", fue el plan de las horas previas a la carrera que ejecutó Feliz.

Llegó el gran día y este zamorano y sus amigos asturianos se levantaron temprano para luchar por su sueño en la fría Suecia. "El despertador sonó a las 3.30 horas, hicimos un desayuno estricto -pautado por Juan Carlos Llamas García- y nos fuimos con las bolsas a la T1", relata Feliz, añadiendo: "Había un viento huracanado que impresionaba un poco pero, al amanecer, pareció amainar".

El ironman zamorano recuerda bien la salida. "Nos colocamos en el pantanal y me sentí pequeño rodeado de tanto profesional, te llegas a preguntar si mereces estar allí", explica, afirmando que en ese momento te das cuenta que "la vida está para no desperdiciar oportunidades".

Tras sonar el himno de Suecia arrancó la prueba y Feliz inició una de las actuaciones de su vida. "Me coloqué a los pies de un grupo que llevaba muy buen ritmo pero, a los 2.000 metros, hubo dos triatletas que se desorientaron y perdí su estela. Ahí me quede solo, lo que me perjudicó, perdiendo 1,01", relata, apuntando que en los "primeros amagos de calambres llegaron ahí, a los 3 kilómetros de bici", lo que le hizo ser cauto.

En ese momento, Feliz se propuso "ser lo más efectivo posible" y no perder posición. Un objetivo que alcanzó con facilidad pues "según pasaba los kilómetros las sensaciones eran cada vez mejores, estaba clavando mis previsiones para el mejor de los escenarios", cosa que le llevó a "ser egoísta y arriesgar. Había ido a jugar, así que a todo o nada".

La apuesta tuvo un resultado excelente para el zamorano. 39.3 kilómetros/hora de media en los 181 kilómetros de bici y 14º puesto antes de la carrera final. Números que le motivaron para "volver a jugar". "Me calcé rápido las zapatillas e hice los primeros diez kilómetros a 3,5", un ritmo que le llevó a su límite y que le afectó en el tramo final de carrera, aunque pudo mantener el ritmo y no ponerse a andar.

"Fue duro, estaba pensando en el podio pero la meta estaba muy lejos y empecé a dar por perdido el noveno puesto, el décimo... la ilusión me llenaba y luchaba para intentar bajar de las nueve horas", recuerda feliz que "no podía creer" cuando a su llegada a meta el luminoso marcaba 8.53". Un crono que le situó undécimo, una magnífica posición que dedicó a "toda mi familia" y a sus compañeros y amigos en este gran viaje a Suecia que nunca olvidará.