"Ángel no hubiera querido silencio, a él le gustaba el ruido. Por ello, una vez arranque esta Ducati, todos haremos sonar nuestros motores en su memoria", indicó el presidente de la Asociación Motociclista Zamorana instantes antes de poderse oír frente al pabellón Ángel Nieto los rugidos de más de 250 motores de máquinas zamoranas para despedir a la leyenda del motociclismo frente a la instalación que lleva su nombre.

No pasaban las siete de la tarde y cerca de medio millar de zamoranos ya se habían congregado junto a la plaza de toros. Muchos con sus motos, aparcadas, a la espera de poder arrancar las diversas máquinas congregadas con la intención de dar gas en honor al "12+1" veces campeón del mundo, un Ángel Nieto que hizo llegar a lo más alto el nombre de Zamora en el ámbito de las dos ruedas.

Todos los presentes atendieron con interés a las palabras de Quique González, presidente de la Asociación Motociclista Zamorana -organizadora de esta improvisada despedida-, que se dirigió a los pilotos megáfono en mano para transmitir las gracias de la familia de la gran leyenda fallecida el pasado jueves por el homenaje que hacían en su nombre. Un agradecimiento extensivo a todos los reconocimientos que se han realizado durante estos días en memoria del mito del motociclismo español, al que seguro rendirán honores en todo el país durante los próximos meses.

González pidió entonces un minuto de silencio en memoria del que fuera presidente de honor de su asociación. Una cortesía, obligada, que el cerca de medio millar de personas que acudieron a la cita cumplieron escrupulosamente. Muchos de ellos, móvil o cámara en mano para no perder detalle del último adiós a Ángel Nieto en la tierra que le vio nacer.

Sesenta segundos después, tras el tradicional silencio que impera en estos actos, llegó el momento que Ángel Nieto hubiera disfrutado. El que honra el legado de un zamorano campeón del mundo en "12+1" ocasiones, el que le haría sonreír allá donde esté. El motor de una Ducati roja se hizo oír frente a un cartel con el rostro del sobrino de la dueña de Gaseosas La Campeona, acabó con el triste mutismo del adiós y marcó la salida de los moteros hacia sus máquinas que, en milésimas, se sumaron al grave rugido inicial.

Los motociclistas zamoranos abrieron gas, una y otra vez. Giraron su muñeca para hacer el máximo ruido posible, inundando el ambiente con un estruendo ininterrumpido. Un lamento metálico de intensidad variable, música perfecta para el adiós de un amante de las carreras. Una composición improvisada sobre cuyo ronco retumbar relucían los cláxones, vocalistas cuyo agudo protagonismo mimetizó con la pena de los asistentes.

Ruido y gas. Un hasta siempre perfecto para el gran campeón Ángel Nieto, un zamorano amante de las dos ruedas por el que las motos lloraron en su ciudad natal.