"Este pabellón tiene el nombre de Ángel Nieto en reconocimiento a él y por el reconocimiento que siempre tuvo con la ciudad. Y por ello no es un pabellón cualquiera, es el Ángel Nieto", afirmaba en el día de ayer el alcalde de Zamora Francisco Guarido. Una realidad que tomó forma hace mucho tiempo, en el año 1973, y que, seguramente, hizo muy feliz a la leyenda del motociclismo en su momento ya que, como ha quedado demostrado, se sentía muy orgullo de sus raíces.

Curiosamente, como relata Valeriano Enríquez González, Delegado Nacional de Deportes de Zamora en aquella época, el pabellón se construyó mucho antes de terminar recibiendo el nombre que ostenta hoy en día. De hecho, no fue hasta dos años después de terminarse la construcción de la instalación zamorana cuando recibió el nombre de la leyenda del motociclismo mundial.

El céntrico pabellón de la capital del Duero se bautizó como Ángel Nieto en 1973, fecha en la que el Delegado de Educación Física y Deportes como autoridad deportiva de la ciudad instó a que fuera la figura del "12+1" veces campeón del Mundo la que diera su nombre al que se convertiría durante las siguientes cuatro décadas en el epicentro de la actividad deportiva de Zamora.

La decisión que se adoptó en aquel entonces no fue fácil de alcanzar. Enríquez recuerda que, durante los dos años que tardó en bautizarse la instalación deportiva, había otras alternativas sobre la mesa como la de otorgar al pabellón el nombre de algunas de las figuras políticas del momento. Una opción que tenía el respaldo de las instituciones pero que, finalmente, se desechó.

Uno de los motivos por los que había quien no quería que se eligiera el nombre de Ángel Nieto fue la poca vinculación que siempre se le atribuyó al mito de las dos ruedas con su tierra natal. Así lo reconoce el Delegado Nacional de Deporte en Zamora, Enríquez, quién tomó finalmente la decisión de rendir homenaje a la leyenda local.

El reconocimiento que en ese momento de 1973 tuvo Zamora con Ángel Nieto fue un gesto que el expiloto nunca olvidó, siendo de los que más feliz le hizo. Y es que, para el "12+1" era más importante el cariño de la gente de su tierra. Más que el Premio Príncipe de Asturias, ese con el que bromeaba diciendo irónicamente que no lo recibiría "ni título póstumo", pues poco le importaba el galardón contando con el cariño de sus aficionados y su ciudad.