Meses de preparación, tres días de esfuerzo y 800 kilómetros de velocidad, control y fuerza estuvieron a punto de irse al traste en el momento más inesperado. Dispuesta a cerrar el último enlace de la Baja Aragón, Sara García se encontró ante el reto que constituían dos manillas más duras de la cuenta y la necesidad de aflojarlas para trasladar gasolina de un depósito a otro de su moto: "No tenía fuerza, mis manos estaban reventadas y nadie me podía ayudar porque me penalizaban", explica, ya con la sonrisa en el rostro. "Pensaba que se me iba la victoria por un litro de combustible", rememora la piloto.

Los segundos pasaban y el riesgo de llegar fuera de tiempo iba en aumento. Entonces, la zamorana sacó fuerza, no sabe de dónde, y pudo trasladar la gasolina al depósito correcto. Para entonces, el llanto ya se había apoderado de ella: "Fue por el estrés. Estuve llorando otros veinte minutos después de acabar y después ya se me pasó", narra Sara García, risueña, desde uno de los locales de sus patrocinadores. Tan solo han pasado unos días desde el triunfo en la Baja Aragón. Quizá, el más importante de su trayectoria deportiva.

No en vano, la prueba, muy exigente por el recorrido, por el calor y por el nivel de los participantes, congregó a estrellas del Dakar y a numerosos profesionales de los rallies: "Me chocó mucho el ambiente. Ves a gente como Joan Barreda, con 8.000 millones de mecánicos y jefes de prensa y tú estás ahí, aunque seas mucho más pequeñita", señala esta zamorana que batió a Rosa Romero en una emocionante batalla mano a mano.

Quien sigue de cerca este mundillo sabe que Romero es una de las habituales del Dakar en los últimos años. De hecho, ha conseguido terminar en las tres últimas ediciones y se ha convertido en una referencia de su disciplina por méritos propios: "Tras ver cómo en la prólogo solo me sacaba veinte segundos, cogí confianza. Además, el sábado tenía unas condiciones más favorables para mí, con muchísimos kilómetros -cerca de 500 - calor y muchos tramos de velocidad", indica Sara García, que sobrepasó a su contrincante tras la primera especial y voló en la segunda para endosarle tres minutos de cara a la jornada decisiva del domingo.

Hasta entonces, la zamorana iba sin expectativas. Ahí, se vio ganadora. Pero aún quedaba mucha prueba por delante y una compleja defensa del liderato en una persecución en la que Rosa Romero hizo gala de sus virtudes. La dakariana apretó, recortó distancias y metió el miedo en el cuerpo de Sara García, que aguantó estoica y salvó el contratiempo de la gasolina para terminar subida a lo más alto del podio.

¿Y ahora qué? De momento, la zamorana pretende estar en Hungría dentro de dos semanas para seguir compitiendo al más alto nivel: "Esta victoria me ha servido no solo para darme cuenta de que puedo estar ahí, sino para que los posibles patrocinadores vean que el trabajo va dando sus frutos". La piloto habla consciente de que el asunto económico no es baladí en este deporte. Cualquier competición es cara y prohibitiva para bolsillos comunes si no hay ayuda externa de por medio.

Por lo pronto, en Zamora, "las pequeñas empresas se han volcado" con Sara, pero no así las instituciones: "Le prometí al diputado que le traería el trofeo del Mundial aun sin su ayuda y se lo voy a llevar. Es una pena que no tengamos un reconocimiento por parte de ellos", lamenta la piloto, que tampoco ha recibido dinero del Ayuntamiento y que espera poder contar con más respaldo a partir de ahora.

Y es que el camino no ha hecho más que empezar y el destino del viaje solo tiene una dirección posible: el Dakar: "Es el objetivo de todo el mundo que compite en esto. Esperemos que los patrocinadores y los equipos se fijen y pueda aspirar a un equipo oficial", apunta la zamorana, consciente de que, para la próxima edición, "es un poco precipitado" y que fija su horizonte en el 2019, sin renunciar a nada.

Por lo pronto, Sara seguirá con su vida en Madrid, donde trabaja como ingeniera mientras construye su sueño durante el resto del tiempo. Primero fue el motocross y "ahí empezó la locura". Ahora, inmersa en el mundo de los rallies, la piloto ya es una dakariana en potencia. Y le viene de cuna. Dará que hablar.