E era sábado, 28, como hoy. En "El Pandero", Sebastián Ceballos cogía el balón del suelo y le decía "vamos, vamos" a Gastón Mouriño antes de, en una eterna jugada que tuvo a los aficionados pistacho con el alma en vilo, rubricar con un gol el regreso del MMT Seguros a la Liga Asobal. Un salto de categoría gestado en solo apenas 49 segundos tras la decisiva última parada con el cuadro zamorano de Leo Maciel.

La ilusión se convirtió en éxito en apenas un minuto, disparándose la euforia entre los seguidores zamoranos que, atónitos, no podían creer el "milagro" que había ocurrido. Pero lo cierto es que, esos 49 segundos, no dieron lugar a milagro alguno pues, por definición, eso pasa una sola vez. Y ya se había ascendido antes.

El salto del MMT Seguros corresponde más al nivel de sus jugadores, a la pasión por su juego y, especialmente, al duro trabajo. Sin embargo, en ese último minuto y en los que siguieron a continuación, ese análisis no se puede realizar. Es hoy, cuatro semanas más tarde, cuando se puede tomar conciencia de lo sucedido y su repercusión.

Un mes después, el ascenso parece tener menos valor. Pero, si bien no es un milagro, la gesta no debe caer en el olvido. Y es que, 30 días después, da la sensación que ser parte de la Liga Asobal es "normal". Como si los de Viriato pudieran desafiar con regularidad a equipos con miles de euros más de presupuesto y estrellas mundiales en su plantel. La ilusión ha caído en un grave letargo, aunque resulta lógico sabiendo cómo es nuestro cerebro. Es capaz de alterar la realidad en función de nuestros sueños y temores en apenas segundos (menos de 49) y obsesionarnos o motivarnos a luchar por lo que, además, para otros puede ser incomprensible. Y eso también es un gran problema. La empatía.

Si los logros de los equipos zamoranos carecen de apoyo suficiente, la ilusión que generan no se mantendrá viva. Hacen falta medios para afrontar los retos y seguir emocionando a los aficionados como lo hacen muchos equipos hoy en día. Como hace un MMT Seguros consciente del verdadero milagro: Lograr, a día de hoy, una salvación holgada.