Tal día como hoy, 5 de junio, pero del pasado año, el MMT Seguros rozaba con los dedos el ascenso a la Liga Asobal al caer en la final del “Play-off” disputado en Artaleku ante Bidasoa Irún. Un partido que, sin duda, es uno de los más grandes que jamás disputó el cuadro de Viriato y que supuso el inicio de la aventura vivida por los pistacho esta temporada. Una campaña inolvidable a la que se puso fin hace apenas una semana con la celebración del regreso de los zamoranos a la máxima categoría del balonmano español.

Con la imagen aún reciente de La Marina llena de aficionados y el tren recorriendo las calles hacia la Plaza Mayor entre gran algarabía se hace difícil recordar lo que ocurrió hace 365 días. Las lágrimas de Eduardo García Valiente y los suyos tras perder ante un Bidasoa Irún que resultó inaccesible y que cortaba de raíz el primer intento del MMT Seguros de volver a su lugar, a la élite.

Si bien los irundarras fueron mejores y claros merecedores del ascenso, los “Guerreros de Viriato” terminaron desolados porque aquella derrota suponía el final de un sueño. De una ilusión por la que pelearon con uñas y dientes pese a la ausencia durante el final de temporada de dos de sus grandes baluartes (Camino y Octavio). Era el punto y final a una plantilla que había logrado todo y que, pese a ir perdiendo efectivos, tras aquel encuentro cambiaría notablemente.

El choque de Artaleku fue el último con la camiseta pistacho de Luis Martín, Andrés Alonso, Alberto Molina y Diego Reyes. Siendo también la última vez que Camino formaría parte del MMT Seguros. Todos ellos se despedían con sabor amargo de un conjunto obligado a recuperarse de su segundo fracaso consecutivo, necesitado de nuevas energías y forzado a reconstruir un bloque que regresaba a Zamora con lágrimas en su rostro. Un llanto fruto de la impotencia a la hora de recompensar a los aficionados que se desplazaron a tierras vascas y todos los que siguieron la final por televisión. A todos los que creyeron.

Fueron esas lágrimas y esa muestra inmensa de apoyo las que reanimaron al equipo después de aquel 5 de junio. Las que hicieron volver a brotar la ilusión por ascender en un MMT Seguros que ganaba hambre de éxitos con la llegada de nuevos jóvenes. Gastón Mouriño, Ander Iriarte y Adrián Prieto (a los que más tarde se sumó Facundo Cangiani) se enrolaban con los “Guerreros de Viriato” durante el verano, en el que también volvía a casa otra de las piezas clave del primer ascenso, Luis Posado. Eran los primeros días de la que iba a ser una temporada muy dura por volver a la élite.

Con el “Yo creo” por bandera, desde el 5 de junio hasta hace apenas una semana, el MMT Seguros peleó y peleó por redimirse de lo ocurrido en Artaleku. Un camino, esta vez con el 28 de mayo como fecha final, en el que siempre estuvo presente lo vivido en la final ante Bidasoa Irún cuando, sin apenas fuerzas, el salto a la Liga Asobal se falló por bien poco. Una senda en la que García Valiente se propuso hacer crecer de nuevo a su equipo, partiendo de la garra y el coraje de sus hombres en aquella final, hasta la demostración de fuerza ofrecida en Palma del Río. Una evolución que fue irregular pero constante hasta alcanzar el punto deseado. El estado adecuado para recuperar la categoría perdida que no se pudo conseguir el año anterior.

Hoy, 365 días después de lo sucedido en el penúltimo “play-off” de ascenso a Liga Asobal, el reto para el entrenador salmantino y sus pupilos es prácticamente el mismo. Superar con éxito una temporada dura, un camino plagado de duros rivales que no permitirán al MMT Seguros alcanzar con facilidad sus objetivos. Pero, igual que entonces, el Balonmano Zamora es dueño de su destino. Un futuro tan incierto como lo era el que se abría el 5 de junio de 2016, en el que está forzado a introducir cambios en su plantel para contar con más armas y a sacar lecturas que le permitan no tener que experimentar de nuevo un fracaso. Repetir lo hecho en los últimos 365 días, tomando las decisiones adecuadas, para llegar al próximo verano sin tener que revivir lo sucedido en su primera y única campaña hasta ahora en la élite. Un difícil reto a superar para el que, desde hoy, el MMT Seguros tiene menos de un año por delante para salir airoso.