La figura de Fernando Casquero va a pasar y quedar en nuestros corazones como un pilar real de lo que es la actividad deportiva, el estilo, el buen hacer, el ejemplo y la guía aunque eso parece que hoy en día suena un poco cursi. Era una guía para las generaciones incluso mucho más jóvenes que él por su experiencia, capacidad, cariño y seguridad en la montaña, algo fundamental para todo aquel que se acerque a este deporte, que lo haga con la confianza de que lo que está aprendiendo debe de hacerlo con seguridad.

Además, su faceta humana era conocida en todo el entorno de esta ciudad además de el de la montaña que era su medio. Por poner un ejemplo, en su trabajo en hemodiálisis en el Hospital Virgen de la Concha, una compañera me contaba que atendía con tal cariño a las personas en ese servicio que el primer día que faltó a trabajar, buena parte de los pacientes no conocían el triste desenlace porque muchos son mayores y no habían leído la prensa. Y cuando les tuvieron que explicar a los pacientes lo que le había ocurrido, comenzaron a llorar desconsoladamente. Eso dibuja una personalidad que él transmitía también en todo el entorno y en la montaña. Era la sonrisa, la actividad permanente, la motivación y, sobre todo, la seguridad en la montaña. Cada vez que alguien, escalando con él, hacía un movimiento que tuviera el mínimo riesgo, le echaba una bronca y le recordaba los sistemas obligatorios para hacer un deporte que, aunque sea ahora el peor momento, en el que estos accidentes son excepcionales. Es un accidente. Todo lo que se podía controlar, estaba controlado pero, claro, cuando hay un accidente se juntan probablemente varias cosas simultáneamente. Aquí, seguramente, no ha sido un solo factor, han sido varios que se han conjuntado para que se produjera esta tragedia. Pero son cosas que pasan en todos los aspectos de la vida y la montaña no es agena a ello. Es un medio que tiene un plus de peligrosidad, de esfuerzo, pero que es menos de lo que la gente cree cuando se hace como lo hacía Fernando, aunque nadie está exento. Hay un pequeño plus porque probablemente es más arriesgado montar en motocicleta que ir con preparación, como Fernando, a la montaña. La pérdida tanto como compañero y amigo, va a ser algo que no vamos a superar porque no lo queremos superar. Fernando va a estar siempre con nosotros.

Puede haber algún perfil, pocos, de montañeros que quieren quedar para si toda su capacidad o progresión y su mayor interés es simplemente hacer algo más difícil que el día anterior. Pero para Casquero era importante transmitir sus conocimientos, era un profesor y lo llevaba en la sangre. Didáctico, amable, paciente y exigente en la seguridad. Y eso es una vocación. Tenía la vocación de maestro porque la ejercía de esa manera, disfrutaba transmitiendo con esfuerzo sus conocimientos. El iba al rocódromo a la hora que hiciera falta para dar consejos y si le hacían una propuesta, podía ir con sus compañeros de élite, él renunciaba muchas veces a esas actividades de élite para seguir formando y acompañando a amigos que iba haciendo continuamente.

La expedición del Jisu era un poco eso. Iba con unos jóvenes ya preparados, pero no con la experiencia suya. Otro podría plantearse "para qué voy a ir con estos jovencitos, tengo que ir con gente de mi nivel". Pero Casquero fue con ellos para que siguieran aprendiendo, mejorando y disfrutando. No iban solamente por estar con un monitor muy preparado, sino con un amigo, un amigo de cualquier generación. Porque también respetaba a los mayores: cuando ya hace años hizo su primera expedición a Bolivia me pidió quedar a tomar un café para que le diera consejos sobre las expediciones fuera de España en las que yo había participado. Lo hacía desde la humildad, y ha sido mucho mejor montañero que yo en cualquier actividad, pero me pedía consejo, se dirigía a los mayores con la humildad del que está dispuesto a aprender de todo el mundo y con una sonrisa. Ese es un valor que no es fácil encontrar en la montaña donde a veces hay ese prurito de "soy el mejor y te miro por encima del hombro". Esa es otra faceta que dibuja su personalidad, pero hay muchas más.

Durante el día de ayer, hablando con amigos, recordamos las anécdotas que todos tenemos de él. Fueron surgiendo facetas y todas van en la misma dirección: una grandísima persona y un gran deportista. Una pérdida irreparable para su familia y para todos los amigos que estaremos siempre con él.