A falta de media hora para acabar el derbi, el Madrid tenía media Liga en el bolsillo. Se lo había ganado con un partido serio, más práctico que brillante. Lo suficiente para someter al Atlético de Madrid, sostenido por las paradas de Oblak. Pero después del gol de Pepe aflojó y en vez de buscar el segundo prefirió guardar el 1-0. Zidane se subió al carro con unos cambios que acentuaron la pérdida de control madridista. Todo lo contrario que los de Simeone. Curiosamente, uno de ellos, el de un centrocampista (Thomas) por un delantero (Fernando Torres) abrió la puerta del empate. Porque Correa, un agitador, encontró espacio para activar a Griezmann, que no falló en el mano a mano con Navas. Faltaban cinco minutos, pero esta vez ni Sergio Ramos lo pudo arreglar.

Era un partido de Liga, pero pareció una de esas finales que los dos equipos se han acostumbrado a jugar en los últimos años. Mandaba la pizarra y el miedo a equivocarse. Así que el primer tiempo debió de gustar a los dos entrenadores. Nadie perdía el sitio y los errores en el pase llegaban lo suficientemente lejos de las dos portería.

Quizá obligado por su condición de local, el Madrid puso un poco más en la balanza. Concretamente, tres oportunidades, tres chispazos de un Cristiano por lo demás discreto. Oblak respondió a un cañonazo ajustado al poste y también a un disparo de Benzema tras pared con el portugués. Savic auxilió a su guardameta a la media hora, cuando una contra de Modric dejó a Ronaldo enfilado hacia el gol. Lo evitó el central sobre la misma raya.

Despiertan los rojiblancos

El Atlético solo respondió ya cerca del descanso, con un robo de balón de Griezmann que permitió lucirse a Keylor Navas con una buena estirada. El Madrid tenía el derbi controlado, pero necesitaba algo más para desarbolar al Atlético más firme de la temporada. Lo puso a la vuelta del descanso, con una salida intimidatoria, de esas que convierten el Bernabéu en una caldera. Le bastó con dar velocidad al balón y buscar a sus laterales, unos desatascadores de categoría. Primero Marcelo puso un centro al área pequeña para Cristiano, que estorbado por Godín cabeceó fuera. Con el Atlético agobiado, Carvajal encontró en el segundo palo a Ronaldo, que en su nueva versión más generosa prefirió tocar con la cabeza para la llegada de Benzema. Oblak reaccionó como un gato y se hizo grande para tapar el remate a bocajarro del francés. Como no acababa de llegar en juego, el Madrid puso toda su artillería al servicio de la estrategia. No había funcionado en la primera parte, pese a que había dispuesto de unos cuantos córners. Una falta lateral iba a permitir a Kroos engordar su fama de asistente. Su lanzamiento voló hacia el área buscando a sus cabeceadores y esta vez encontró a Pepe, que enganchó un remate imposible incluso para Oblak. Tal como se las gastan los dos rivales madrileños, un gol parecía un tesoro. El escenario, además, se ponía al gusto de Bale, que dos minutos después del 1-0 pudo pegar su primera carrera. La jugada acabó con un rechace y un remate alto de Carvajal.

A partir de ahí cambió el signo del partido. Pudo hacerlo en el marcador, en una escapada de Torres salvada por Navas. Pero fue algo más imperceptible y tuvo que ver con detalles que van dibujando los partidos. Por ejemplo, la lesión de Pepe en un choque con Kroos. O los cambios de Simeone, que mejoraron a su equipo.

Con Correa y, sobre todo, con Thomas el Atlético se adueñó del centro del campo. Sin crear peligro, pero con la baza de que le bastaba con un golpe. Y lo dio. Para ello fue necesario que Correa encontrase un agujero en la zona de seguridad custodiada por Casemiro. El argentino recibió solo en la zona de tres cuartos y filtró un pase hacia Griezmann, al que no le tembló el pulso para meter el balón entre el guante de Navas y el poste. Faltaban cinco minutos, pero esta vez no hubo épica en el Bernabéu y los rojiblancos complicaron la Liga a los blancos.