Después de cuatro años de decepciones, Julen Lopetegui llegó al banquillo de la selección nacional con la complicada tarea de recuperar la esencia de La Roja, aquella selección que gobernó el mundo futbolístico entre 2008 y 2012 a partir del balón. Sin Xavi ni Xabi Alonso, España ya no podía ser la misma, pero el nuevo seleccionador sabía mejor que nadie que por detrás llegaba un relevo de garantías. Así, con el molde del éxito que creó Luis Aragonés y perfeccionó Del Bosque, Lopetegui progresa en la formación de un equipo que pueda ser competitivo en el Mundial de Rusia 2018.

En el centro del éxito. Aunque la España más gloriosa empezaba en Casillas y terminaba en David Villa, la clave era el ramillete de centrocampistas que permitía a La Roja gobernar los partidos. Cuando ese eje empezó a chirriar, la selección española se apartó del primer plano europeo y mundial. Como se pudo comprobar el viernes en Gijón, Lopetegui ha puesto las bases de la recuperación. Aunque Israel no hace prueba, a la espera de retos mayores España funciona. A la solvencia conocida de Busquets e Iniesta se ha unido Thiago, un futbolista frenado sólo por las lesiones. A ese centro del campo de lujo se suma Silva, con libertad de movimientos, y Vitolo, encargado de dar amplitud y velocidad al juego de ataque. Con esos argumentos, ante un rival asequible, a España le dio para marcar cuatro goles y crear un puñado más de ocasiones ante un rival asequible. Y con la sensación de que en el banquillo, incluso fuera de la convocatoria, hay alternativas.

El ansiado equilibrio. Incluso en los mejores momentos de la selección resultó complicado evitar el debate sobre el equilibrio defensivo. Con el tándem Busquets-Xabi Alonso se logró cierta unanimidad, aunque fuese a costa de perder filo atacante. Tanto en el Mundial de Sudáfrica como en la Eurocopa de 2012, España se especializó en victorias por la mínima. Desde la marcha de Alonso, Del Bosque probó esporádicamente con compañeros para Busquets, sin éxito, ante rivales de categoría. Los problemas defensivos frente a Israel, suavizados por las buenas intervenciones de De Gea, obligan a Lopetegui a buscar alternativas que dan más solidez al equipo. Koke, Ander Herrera y Javi Martínez ofrecen un perfil distinto al de Thiago e Iniesta.

La tabla del "9". Resuelto de forma satisfactoria el relevo en la portería, a Lopetegui le toca seguir explorando parea buscar un delantero que aspire a convertirse en el sucesor de David Villa. Descartada desde el primer momento la opción del "falso 9", que tanto utilizó Del Bosque, el nuevo seleccionador parece decantarse por Diego Costa, un ariete más clásico. Su segunda opción es Morata, de características parecidas pero con más movilidad que el hispano brasileño. Y desde el amistoso en Wembley frente a Inglaterra se consolida la alternativa de Iago Aspas, que responde al perfil de delantero que mejor encajaría con el juego combinativo de la selección. De momento Costa, en gran momento en su club y cada vez más adaptado al estilo de La Roja, parte con ventaja.

Carvajal y Alba cambian el paso. Si algo echaba en falta la selección española de 2008 y 2010 eran laterales ofensivos. Sergio Ramos y, sobre todo, Arbeloa y Capdevila ponían el acento en la defensa de su zona antes del asalto de la contraria. Con la aparición de Jordi Alba y, últimamente, de Carvajal, Lopetegui tiene argumentos para acelerar el ritmo de ataque, rompiendo la monotonía del juego pausado y de toque en zonas interiores. Esas características de los dos laterales pueden suponer otro dolor de cabeza para Lopetegui cuando los rivales tengan extremos puros.