Iñaki DUFOUR

El Atlético de Madrid completó su acceso a los cuartos de final de la Liga de Campeones con un 0-0 con el Bayer Leverkusen, con tres paradas seguidas y asombrosas para el recuerdo del esloveno Jan Oblak y con un partido a medio gas del equipo rojiblanco, entre los ocho mejores de Europa por cuarto año seguido. El Atlético nunca sufrió por la clasificación pero tampoco se sintió ni cómodo ni ganador del choque de vuelta, equilibrado, con oportunidades en ambas porterías y sin riesgos reales para su billete a la siguiente ronda.

Porque el encuentro partió de un 2-4 en Alemania. Un condicionante indudable para el envite por el efecto que supone, a veces inconsciente, en los equipos. Para el local, porque le vale con lo que tiene; para el visitante, porque no tiene nada o muy poco que perder.

Desde ahí surgió un partido raro. Si la eliminatoria mostraba muchas certezas para el Atlético, el duelo de vuelta admitía alguna discusión, sobre todo al inicio. Y es que en la primera media hora, tanto pudo marcar uno como otro, tanto pudo cerrarse como abrirse la eliminatoria. Lo segundo lo intentó unas cuantas veces el Leverkusen, primero con un tiro cruzado de Volland y después con un remate alto del mexicano Chicharito Hernández. Entonces, no exigieron una parada de Oblak, aunque sí una intervención providencial de Giménez.

En todo ese tramo no estuvo cómodo el Atlético. No había llevado al partido a ese lugar en el que sentirse mejor que su adversario ni se había impuesto a su adversario ni por fútbol ni por ocasiones hasta allá por el minuto 37, cuando tuvo dos oportunidades: la primera del argentino Correa, fuera, tras una pared con Griezmann; la segunda de Koke, salvada por Leno.

Fue la mejor parada, la única realmente de verdad, de los 45 minutos que duró la primera parte, similar a la segunda, dentro de los mismos parámetros y de la sensación de que el 2-4 era un muro insuperable para el Leverkusen y una garantía para el Atlético, como lo fue ayer atrás Godín ante el ataque alemán. En el área del Leverkusen hubo alguna ocasión, un doble regate y un tiro de Correa y una vaselina de Griezmann, a la que le sobraron milímetros. En la del Atlético también, sobre todo una, triple, que, de no ser por el portero Oblak habría supuesto el 0-1 en contra en el minuto 67 del duelo.

El guardameta fue increíble entonces, con tres paradas inconmensurables, seguidas, con reflejos, todas dentro del área. Primero a Brandt y después dos veces a Volland. El cuarto tiro fue de Chicharito, cruzado y fuera. Impresionante. Todo el estadio se levantó ante tal acción de uno de los mejores porteros del mundo, al rescate del error que había cometido en esa jugada Giménez.

Desde esa intervención superlativa, y alguna más después, mantuvo el 0-0 el Atlético, una vez más entre los ocho mejores de Europa. Por cuarta vez consecutiva en la era Simeone.